lunes, 27 de abril de 2020

LA MUERTE Y LA VIDA EN ESTOS DÍAS


La muerte nos rodea en estos días, la muerte, la Catrina, la cara oculta en la que desde occidente nos negamos a mirar a la cara, negando su existencia, entra en nuestras casas cada día con las noticias en las que nos informan del número de fallecidos que hoy tenemos en España, en el mundo… Cifras, números de curados que son la esperanza, de infectados o contagiados que son posibles fallecidos mañana, o pasado.

Pero detrás de esos números hay personas, con nombres y apellidos, hay familias que no se han podido despedir de sus seres queridos como les hubiese gustado, como hubiesen necesitado para poder ir elaborando el duelo por sus seres amados. El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional, como dicen los sabios de oriente, pero ese aprendizaje es uno de los que se adquieren en la vida, tras muchas pérdidas, tras mirar la muerte como un fenómeno natural que forma parte de la vida. Venimos solos, salimos al mundo y solos nos iremos. Solos, nunca esta soledad ha sido decretada por los Estados, impuesta. En otros momentos a lo largo de la historia muchas personas han muerto solas, claro está, pero por circunstancias que no son las frecuentes, las de la mayoría. ( Me vienen a la memoria los ancianos que mueren solos en los países del norte de Europa que viven solos y mueren solos, hasta que el olor de la putrefacción de sus cuerpos hace patente su fallecimiento para los vecinos nadie se da cuenta de que han muerto, mueren millares de emigrantes en naufragios de pateras en el Mediterráneo pero mueren juntos por cientos, han matado a pueblos enteros, todos los genocidios… ) Pero ahora los Estados decretan unas medidas sanitarias que nos impiden acompañar a los hijos, a los abuelos, a los padres, a las madres en su lecho de muerte en las camas de hospitales. Se van en silencio, acompañados quizás por la angustia de los sanitarios desbordados, de los otros enfermos que en la cama de al lado escuchan la última inspiración. Y eso es tan doloroso, tan traumático que necesitaremos mucha resiliencia para seguir adelante desde este occidente que niega la muerte, vive de espaldas a ella, y la Catrina nos caza a lazo.

Comenzó este confinamiento y para mí fue la peor semana de mi vida esa esa semana en que solo a través del teléfono podía acompañar a mi querida Hanzada. Ella es una niña de nueve años recién cumplidos, que lleva un año luchando contra un cáncer. Una niña que nació en Siria dos días antes de que comenzase la guerra en su país. Ha sufrido con su familia el duro viaje de llegar a Europa, como refugiada, su periplo desde Siria a Turquía donde estaba su otra tía y donde se quedaron ya los tres juguetes con que habían partido. De ahí a Grecia en una patera, junto a la suya naufragó otra, de la que su hermano mayor ( dos años más que ella) sacó a un bebé del agua helada y devolvió a la vida). En Grecia, dos años en Tesalónica en un campo de refugiados donde los excrementos de los pájaros caían sobre su comida, y de ahí a España, de aquí a Alemania donde está otro tío de la familia, pero los deportan y poco a poco vuelven a disgregar a ese núcleo familiar: abuela, tío, madre, y tres niños. Vuelven a reunirse en España y su periplo acaba para ella en Oviedo donde descansa en paz, (en el cementerio que veo en el horizonte por la ventana de mi cocina), tras vivir en La Felguera, donde nuestras vidas se cruzan para siempre.
Fue mi alumna más despierta, la alumna con más deseos de aprender que he tenido nunca, una familia que apenas habla español, y los niños son la luz que va ayudando a todos a seguir adelante. No entender lo que pasa, lo que te dicen es terrible, es durísimo y sobre todo cuando estás en un hospital y no entiendes con precisión qué te dicen los médicos sobre lo que le pasa a tu hija. Yo no sé hablar árabe, pero sé lo suficiente para saber que una persona que procede de Siria entiende más a o menos lo que le dice un intérprete marroquí, pero hay cosas que se escapan. La soledad es despiada, no puedes construir tu esperanza, la red que te sostiene se teje con gestos, con acciones, con canciones, con tonos de voz que llegan a través del móvil. Cuantas semanas pasó mi niña hospitalizada sin poder ver a sus hermanos, y sus hermanos no entendían por qué no podían verla. Y les expliqué una y mil veces lo que eran los virus, la inmunodeprimida por los tratamientos que luchaban contra ese tumor feroz que arrebataba la infancia a una niña cuyo cuerpo se transformaba a merced de unas hormonas, de unas informaciones en las glándulas que aceleraban su organismo haciendo que sintiera los cambios de la adolescencia en su cuerpo. Su voz me llegaba cada vez que ingresaba pidiéndome que fuer a  verla si podía y corría hasta su cama, a pesar de todo el rechazo que siento por los hospitales y no veía forma de irme, de dejarlas allí a madre e hija en aquella habitación del que no salían durante semanas. Y claro la tristeza que sentí fue tan grande, veía el deterioro, la negación del mismo, la crudeza de la enfermedad, lo doloroso que era afrontar los cambios y la rabia por no ser capaz de lograr que fuese más fácil transitar por ese camino. Y mi querido Abdul Rehman notó mi tristeza, con él y su hermano estábamos en el proceso de aprender español en Mieres, en aquel sótano… y él me preguntó: - ¿Qué te pasa profe? No estás bien, ¿qué pasa?- Y las lágrimas brotaron solas, me caían no podía contenerlas mientras le contaba y rodaron por las mejillas de los dos, sin contención como un bálsamo. Él me dijo: - Tú puedes ayudarles, yo voy a rezar por ella. Voy a mandar una oración para ella.
Y me envió la sura del Corán en la que se reconocen como creyentes todos los musulmanes uniéndolos, por encima de sus nacionalidades. Y esa sura que le envié me ayudó a descubrir que estaban solos, que a pesar de llevar ya seis meses en La Felguera la comunidad religiosa en la que podían encontrar cierto apoyo no existía porque un hombre de una ONG se había encargado de aislarlos, para sacar un beneficio propio. Los acontecimientos se sucedieron y la madre de Hanzada, una mujer muy fuerte logró desembarazarse de este hombre que venía envuelto en amabilidad y suavidad. La red se expandió y al menos volver al salat a la oración en los momentos tan difíciles es el único consuelo, donde en esta religión además la comunicación es directa sin intermediarios. La abuela sigue rezando aferrada a su rosario, pasando cuentas sin saber casi nada de español.
Pasaron los meses y seguimos el proceso hasta llegar a esta última semana, en la que construí un jardín para mi Hanzada, un jardín con flores que el enviaba cada día dibujadas, por mí y por otras amigas que colaboraron y fui enviando a través del wasap y se recogían en el blog: https://castellano2lengua.blogspot.com/search/label/EL%20JARDIN%20DE%20HANZADA
Esa semana la viví con sobresaltos, intuía que el final se acercaba, que en aquellas palabras de su hermano, de su madre estaban escondidas otras como fallos renales, como metástasis,… desenlaces. Y pedía que no sufriera, que pasara de un sueño a otro, que se apagara con serenidad, sin dolor. Se fue adormilando, se fue yendo poco a poco, hasta que los últimos dos días la llevaron al hospital. Su madre y ella solas, en una habitación del HUCA sin poder ir allí por este confinamiento. Dos días y dos noches sin dormir, con emoticonos en el wasap que lo expresan todo:



Y en esos momentos tan duros, donde la realidad se impone a cualquier expresión lingüística, al no poder sentir el calor de un abrazo sólo la música, y el tono de las palabras nos acogen, nos acunan y gracias a Abdul Rehman llegaron las suras que piden mejorar en la voz de Abdul. Y al día siguiente durante el entierro al que solo pudieron acudir su madre y su tío la voz de Abdul estuvo allí con el imán como plegaria. Ese gesto desinteresado, que brota de la gran capacidad que tiene Abdul trae consuelo, cobijo en los momentos más duros que puede vivir una madre, que es tener que enterrar a una hija. A mí  me ayudó escucharle a serenarme en esos momentos en que esta niña estaba siendo preparada para entrar en el Paraíso, porque ella es un ser tan inocente, tan puro, que si hay Paraíso ella estará allí. Dice un poema que todos somos polvo de estrellas, ella está ya en el cielo brillando, iluminado una senda amorosa que nos lleva a conectar con los demás a través del corazón.

Para Abdul, mi tigre del Punyab, estas acciones con acciones desinteresadas, normales, cotidianas, él que ha vivido la situación de estar rodeado de una lengua en la que se dirigían a él sin entender nada y que ha pasado a dominar con cierta precisión sabe lo duro que es estar en un país extranjero, sin entender. Esa barrera que puede ser la lengua a veces es un muro insalvable, a veces se transforma en pilar de un puente que nos permite ir hacia los otros. Abdul habla más de seis lenguas, lenguas de su tierra, de Pakistán. Es una persona con unos valores extraordinarios, con empatía, resiliencia, él ha sufrido  también por los malos entendidos que se generan al no entender, al no partir de un conocimiento compartido o desde el respeto y la curiosidad por su cultura. Capta perfectamente la actitud del interlocutor y elude la violencia. Trata de solventar el conflicto, de aprender de él, de conocer más del otro. Pregunta pregunta siempre, eso tenía en común con Hanzada, que siempre quería aprender, saber y siempre me preguntaba por todo ( - Mañana me operan ¿qué es eso profe? Explícame... ) Los dos me preguntaban: - ¿Por qué no quieres hijos? ¿Quién va a cuidar de tí cuando seas vieja?.- Y os dos entendieron que mis alumnos y alumnas son mis hijos e hijas, y los trato como me gustaría que tratasen a los míos, con respeto, dignidad, amor, escucha, justicia. Los dos saben ya que  a veces los hijos mueren antes que los padres, y las madres.  
Abdul me ayudó a crear la imagen de este blog, él pintó ese universo en el que brilla ya Hanzada, y escribió las letras en árabe urdu y español con el nombre de este blog que  trata de ser un faro en este caos en el que vivimos, de tejer esperanza  a través del arte. Y su voz se eleva en él para dar impulso a su talento como orador. En Pakistán recuerdo que me contaba como la gente hacía círculos a su alrededor para oírle recitar.

Gracias Abdul por estar en mi vida.

Amal, Encarna


Recuerdas Abdul:
https://castellano2lengua.blogspot.com/search/label/Pakist%C3%A1n%20Abdul%20Addullah

2 comentarios:

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  2. No se puede trazar el corazón de una pequeña gran biografía, de forma más tierna y desgarrada, e ir saltando por los nudos del destino que tejen el hilo rojo de tu vida. Los seres de luz aparecen y desaparecen cuando y como tienen que hacerlo;no de la forma que desearíamos, no en el momento adecuado, ni siquiera dentro del ambiente que podríamos pensar...pero llegan para dar valor a nuestras vidas, a la vida...Y en esas almas generosas, nobles, inocentes, sufridas, jóvenes , viejas...aprendemos a reconocernos, a dar importancia a los detalles y a construir recuerdos que se convierten en sueños y esperanza.Emotiva, reivindicativa y trágicamente delicada entrada...Amal🌼

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