Día mundial de los refugiados 2020 a la sombra de la pandemia COVID-19
El nuevo coronavirus es una amenaza presente para los millones de migrantes, solicitantes de asilo y refugiados que hay en el mundo. Te contamos lo que Médicos Sin Fronteras ve de primera mano.
Actualmente hay en todo el mundo 79,5 millones de desplazados forzosos, es decir, personas que han sido obligadas a abandonar sus hogares. Han tenido que huir de peligros extremos como bombardeos implacables, operaciones militares, la violencia de pandillas u otras circunstancias que amenazan sus vidas.
Desde Médicos Sin Fronteras trabajamos con poblaciones en movimiento a lo largo de todo el planeta: en los lugares de origen, en las principales rutas migratorias, en los campos de desplazados y refugiados. Además, conocemos de cerca lo difícil que puede ser frenar el avance de una epidemia o pandemia cuando los recursos son escasos, los sistemas de salud débiles y las condiciones de vida insalubres.
Para poder contener el contagio del nuevo coronavirus al menos 167 países han cerrado total o parcialmente sus fronteras, 57 de los cuales no hacen ninguna excepción para las personas que buscan asilo, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Varados muchas veces en campos formales e informales, centros de recepción o centros de detención, no cuentan con necesidades básicas como el acceso al agua potable o la atención médica.
Además se profundizan situaciones preexistentes, muchos desplazados viven inseguros, con riesgo de ser estigmatizados como “portadores de enfermedad” en un trasfondo de creciente xenofobia y en el que dependen totalmente de la ayuda humanitaria.
El nuevo coronavirus torna más vulnerables a aquellos forzados a huir, ya que no pueden cumplir con las medidas preventivas básicas recomendadas, como lavarse las manos o ejercer el distanciamiento social. En esta nota recorreremos algunos de los contextos en los que estamos trabajando de manera directa. Por ejemplo, en los campos de refugiados de Moria, Grecia, hay miles de personas viviendo en condiciones de hacinamiento, esperando meses a que se procese una solicitud de asilo que en muchos casos es rechazada.
En el noreste de Nigeria, tras una década de conflicto armado, brotes de desnutrición severa, malaria, sarampión y cólera, la llegada del COVID-19 podría ser devastadora para el sistema de salud de Borno. Sin embargo, las medidas básicas para evitar el contagio del COVID-19 son sencillamente imposibles de practicar.
Migración en América Latina, una de las zonas más afectadas por COVID-19
Las personas que huyen de la violencia del Triángulo Norte de Centroamérica (Honduras, El Salvador y Guatemala) viajan por distintas rutas migratorias a lo largo de México para poder llegar a Estados Unidos. Pero en México se encuentran con múltiples peligros (inseguridad, violencia, secuestros), aún antes de la llegada del COVID-19.
En Ciudad de México ofrecemos atención a población migrante, refugiada y mexicanos en situación de calle en albergues, hoteles, hostales y comedores comunitarios para mitigar riesgos de contagio por COVID-19. Allí nuestras actividades están orientadas a la promoción de la salud, la detección de casos, la canalización de éstos a los centros de salud pública y el aislamiento de casos sospechosos dentro de estas instalaciones.
Estamos capacitando al personal de los albergues y comedores que están directamente implicados en la respuesta que se ofrece a los migrantes a lo largo de la ruta migratoria en México y a otros grupos vulnerables de la ciudad, con el fin de formarlos y establecer medidas básicas de prevención, control de infecciones, en el uso adecuado del equipo de protección, el manejo de desechos, de la lavandería, la detección de síntomas, el establecimiento de circuitos que eviten la contaminación de zonas y las rutas que deben seguir en caso de que algún usuario requiera de hospitalización médica.
Boa Vista, en el estado de Roraima, Brasil, se ha convertido en uno de los puntos críticos de transmisión del COVID-19. Allí hemos comenzado a trabajar en un hospital de campaña recién construido (no por MSF) dedicado a tratar el COVID-19 y seguimos trabajando en refugios informales donde se han reunido migrantes y refugiados de Venezuela, brindando orientación sobre higiene y distanciamiento físico a los residentes. Nuestro equipo también ayudó a ampliar el acceso al agua en refugios formales e informales y distribuyó kits de higiene.
Campos de refugiados gigantes y superpoblados
Sudeste asiático
Bangladesh alberga el campo de refugiados más grande del planeta. En Cox’s Bazar, casi un millón de refugiados rohingyas que huyeron de la violencia en Myanmar viven en condiciones insalubres y de hacinamiento. En nuestros hospitales de campaña a lo largo del extenso campo hemos construido salas exclusivas de COVID-19 y salas de aislamiento que alcanzarán una capacidad de 300 camas. Nuestros equipos también están llevando a cabo actividades de promoción de la salud en los campamentos.
África
En Libia, nuestro equipo brinda asistencia médica a las personas que están retenidas, de forma arbitraria, bajo condiciones de extrema crueldad. En este marco nuestras actividades se han visto gravemente afectadas por las restricciones impuestas por la respuesta al COVID-19 y la escalada del conflicto armado, mientras que estos mismos factores aumentan las necesidades humanitarias en el país. En Trípoli (Libia) continuamos brindando asistencia médica y humanitaria a migrantes y refugiados en un centro de detención, mientras que otras instalaciones han sido vaciadas o cerradas bajo la amenaza del brote de COVID-19 y la intensificación del conflicto. Si bien las medidas de toque de queda y bloqueo tuvieron un impacto severo en el acceso de los migrantes y refugiados a los servicios básicos, nuestro equipo participó en la distribuciones de alimentos, ofreciendo asistencia médica y humanitaria a los migrantes y refugiados que viven en entornos urbanos. También brindamos capacitación relacionada con COVID-19 al personal médico en Trípoli, Zliten, Misrata, Khoms, Yefren y Bani Walid, así como también reforzamos las medidas de prevención y control en los centros de detención (puntos de lavado de manos, distribución de jabones y barbijos, promoción de la salud).
En el campamento de Dagahaley, en Dadaab, el campo de refugiados más grande de Kenia, ya han sido reportados 11 casos de COVID-19. Hemos establecido una unidad de aislamiento que se puede expandir hasta 40 camas y en un centro de salud de Mombasa establecimos una unidad de aislamiento que permitirá a las mujeres que tienen COVID-19 dar a luz de manera segura.
En Tanzania somos los únicos proveedores de atención médica en el campo de refugiados de Nduta, que alberga a 75.000 refugiados burundeses. En preparación para un brote de COVID-19 en el campamento, hemos construido cuatro áreas de triaje y aislamiento en cada una de sus clínicas de salud y un centro de aislamiento principal en el hospital donde hay casos sospechosos de COVID-19. Más de 250 miembros de nuestro staff se han capacitado en cómo responder al COVID-19; con un enfoque en la definición y manejo de casos, clasificación, detección, prevención y control de infecciones, transporte seguro de personas con síntomas, aislamiento y uso de equipos de protección personal (EPP). Mientras tanto, nuestro equipo de promoción de la salud está trabajando para sensibilizar y educar a la comunidad sobre la higiene y las mejores prácticas de salud, para mejorar la preparación para COVID-19 dentro del campamento de Nduta.
En Uganda, en el distrito de Adjumani, nuestros equipos han visitado centros de tránsito donde los refugiados están en cuarentena. Hemos intervenido para mejorar las condiciones de vida en una de estas instalaciones superpobladas, ya que los refugiados no tienen el apoyo necesario para enfrentar las consecuencias de las restricciones que trae aparejada la respuesta al COVID-19 (por ejemplo, no hay suficientes alimentos).
Europa
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En Grecia estamos brindando apoyo a los solicitantes de asilo en Lesbos y Samos. Hemos realizado actividades de promoción de la salud entre los residentes del campamento y tenemos todos los procedimientos establecidos para apoyar las derivaciones de pacientes que pueden presentar síntomas relacionados con COVID-19. Hasta el momento, 12 pacientes con síntomas leves fueron detectados y se les proporcionó la atención adecuada. Ninguno de los casos dio positivo. Al mismo tiempo, hemos adaptado nuestras instalaciones y procedimientos para garantizar la seguridad de nuestros pacientes y personal. Hemos realizado actividades de promoción de la salud para los residentes del campamento y aumentamos la provisión de servicios de agua y saneamiento en el campamento. Ademá hemos ampliado nuestras operaciones reclutando más personal médico, paramédico, de apoyo adicional y adquiriendo el equipo necesario.
Medio Oriente
En el campo de refugiados palestinos en Borj El Brajneh, al sur de Beirut, Líbano, estamos realizando visitas a domicilio con actividades médicas y de promoción de la salud. Implementamos un programa piloto para responder al nuevo coronavirus que consiste en el aislamiento voluntario de las personas más vulnerables (las personas mayores, las personas con enfermedades crónicas y las personas con sistemas inmunitarios debilitados, entre otras) a través de la creación de zonas seguras, donde se protegen de toda fuente potencial contagio. A través de la creación de zonas seguras dentro de la vivienda o en lugares separados dentro del vecindario, se restringe la interacción con sus parientes y otros miembros de la comunidad para evitar estar expuestos al COVID-19.
Una doble crisis
La humanidad se encuentra en el momento de la historia con más personas desplazadas forzosamente de de sus hogares y a la vez, se enfrenta a una pandemia de una enfermedad muy contagiosa para la que todavía no existen vacunas.
Desde Médicos Sin Fronteras somos testigos de primera mano de lo que está sucediendo hoy, el Día Mundial de los Refugiados 2020, a la sombra de la pandemia del COVID-19: refugiados y refugiadas, migrantes y solicitantes de asilo se encuentran frente a una doble crisis. Por eso, nuestro mensaje es simple y claro: buscar refugio no es un crimen, es un derecho. Y el acceso a la salud, también.
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