“Un día mejor llegará”: Poesía de mujeres afganas migrantes
Capire recoge poemas de mujeres afganas forzadas a abandonar su tierra natal
En agosto de 2021, los talibanes invadieron Kabul y recuperaron el control del gobierno en Afganistán. Desde 2015 se hablaba de una nueva ofensiva de los talibanes, cuando pasaron a controlar por primera vez una provincia tras su supuesta derrota en 2001. Actualmente, más del 90% de la población afgana sufre inseguridad alimentaria, falta de libertad de organización y expresión, dificultad de acceso a la educación, a la salud, al agua potable y al trabajo. Cada día hay personas que abandonan sus hogares y cruzan las fronteras en situación de riesgo hacia los países vecinos para intentar obtener visas humanitarias y migrar a distintas partes del mundo, o se dirigen de forma irregular a Irán, Turquía y, posiblemente, Europa.
Además del desmantelamiento impulsado por los talibanes y su política fundamentalista, recientemente la población afgana también se ha enfrentado a graves catástrofes naturales en 33 de sus 34 provincias. Desde el 10 de enero de este año, más de 166.000 personas se han visto afectadas por terremotos, inundaciones, sequías, corrimientos de tierra y avalanchas, como consecuencia de tres décadas de guerra que han despojado a las comunidades y a la naturaleza de su entorno.
Las guerras hacen imposible seguir viviendo en el territorio debido a la violencia, la contaminación del suelo, la pobreza, etc. Como último recurso, la población se desplaza en busca de una vida digna. Los gobiernos de otros países ven a las personas que huyen de conflictos violentos como números, sin garantizarles sus derechos mientras están de paso, sin contar las veces que se les retiene en las fronteras o incluso se les asesina cuando intentan cruzarlas. Con la militarización de las fronteras y la falta de integración en los países de acogida, las personas que emigran se ven privadas de su propia autonomía.
Entre las primeras políticas llevadas a cabo por los talibanes está la prohibición de la poesía y las artes. Desde que tomaron el poder, está prohibido escribir poesía. Para las mujeres, la situación es aún peor: se considera una práctica vergonzosa que puede acarrear palizas y hasta la muerte. Las mujeres ni siquiera pueden caminar libremente bajo el régimen talibán; deben ir acompañadas por un mahram, un miembro varón de la familia. De este modo, la poesía se vuelve una importante herramienta para la justicia social, especialmente en estos momentos en los que es necesario imaginar nuevas posibilidades de integración y convivencia.
En la poesía oral se plasman las experiencias de vida de las comunidades, que se adaptan a las dinámicas locales y regionales. La poesía tiene una historia diversa y muy rica entre los tayikos, los hazara, los uzbekos, los aimaq, los turcomanos, los baluchíes, los nuristaníes, los sadats, los kirguises y los árabes, cada uno con sus propias tradiciones. En la poesía popular afgana, las mujeres son escritoras y creadoras activas. Y se valen de la poesía para expresar su rebeldía, denunciar las desigualdades y comunicarse desde el movimiento feminista.
En La perla del Dari: poesía y personalidad entre las jóvenes afganas en Irán [The Pearl of Dari: Poetryand Personhoodamong Young Afghansin Iran] (2015),Zuzanna Olszewska explica cómo la poesía de las refugiadas de los años 1980 dio paso a una poesía lírica más subjetiva, que resultó en una multiplicación de formas, géneros y estilos, con experimentación, crítica, cuestionamiento y descubrimiento de identidades. Hay algunos colectivos y plataformas virtuales que reúnen textos de mujeres afganas, como Mujeres Escritoras Libres [Free WomenWriters], Proyecto de escritura para Mujeres Afganas [Afghan Women’s Writing Project], Chicas Plaza [Plaza Girls], Poesía en la Habitación Roja [Red RoomPoetry] e BaamDaad Casa de la Poesía en el Exilio [BaamDaad House of Poetry in Exile].
La poeta Somaia Ramish nos habló de la paradoja de emigrar para huir de una guerra: “aunque nuestros cuerpos están fuera de la geografía de la guerra, nuestras almas siguen marcadas por la guerra». Asimismo, destacó la importancia de la poesía popular para su madre cuando extrañaba su hogar: “Esos poemas tradicionales se han transmitido de generación en generación. Esa poesía no aparece escrita en los libros, pero existe en los corazones de nuestras madres y abuelas”. En el poema a continuación, Somaia Ramish escribe sobre la “geografía de la guerra”:
Carga poemas como armas
Carga poemas como armas –
la geografía de la guerra te llama
a tomar las armas
Del enemigo no hay rastros,
actas,
colores
señales,
¡símbolos!
Carga poemas como armas –
cada momento está cargado
con bombas
balas
explosiones
sonidos de muerte –
la muerte y la guerra
no tienen reglas
puedes hacer de tus páginas
banderas blancas
mil veces
pero trágate tus palabras,
no digas más.
Carga tus poemas –
tu cuerpo –
tus pensamientos –
como armas.
Las escuelas de guerra
se levantan
dentro de ti.
Quizá seas tú
la próxima.
Para Somaia, su país forma parte de su existencia y “el deseo de volver a casa está arraigado en su corazón”. Según ella, la poesía puede crear nuevas realidades para un hogar ya destruido. La esperanza de volver a ver Afganistán como una tierra de libertad está presente en la poesía de diferentes maneras. En uno de sus poemas, Hosnia Mohseni rinde homenaje a la escritora persa del siglo X Rabia Bhalki, conectando pasado y futuro. Rabia es la primera mujer poeta persa de la que se tiene constancia, y fue asesinada por su hermano por enamorarse y escribir poesía.
Un día mejor llegará
Hermana,
Llegará el día en que tú y yo volaremos
sobre las orgullosas montañas de nuestra tierra
Llegará un día en que las puertas no estarán cerradas con llave
Y enamorarse no será un crimen.
Tú y yo dejaremos
el pelo al viento,
Llevaremos vestidos rojos,
Y embriagaremos a los pájaros
De nuestros vastos desiertos
Con nuestras risas.
Bailaremos entre los tulipanes rojos de Mazar
En memoria de Rabia.
Ese día no está lejos.
Quizá esté justo al doblar la esquina.
Quizá esté en nuestra poesía.
Clarice Rangel Schreiner es brasileña y vive en Turquía. Es militante de la Marcha Mundial de las Mujeres
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