Oviedo 20 de mayo 2020
Mi querido Vitin:
Me preguntas cómo llevo esta cuarentena y te diré que estoy agotada, estoy muy cansada, trabajo más horas que nunca. El teletrabajo lleva muchas horas, y no soy capaz de cerrar el teléfono y decir hasta las 15:00 o las 14:30 como si estuviésemos en el instituto. No lo hago porque muchos de vosotros, de mis alumnos en estos días están haciendo el ayuno del mes del ramadán, y la mañana la pasan durmiendo, como muy pronto se levantan a las 10 y la vida en casa es un mundo, organizar los horarios, encontrar la forma de compatibilizar los tiempos de atención a la escuela online con la vida familiar no los negociamos, porque nos pilló a todos sin experiencia en estos lindes, y me cuesta imponer unos límites en territorios en los que no debo meterme y negociar a estas alturas la forma ya creo que no tiene mucho sentido. Así que vivo con la incertidumbre de saber si podré conectar con Fátima a una hora en que estemos las dos, le escribo y le sugiero una hora en el wasap y no me contesta, sale la flecha azul, pero no sé si es que sí o no. Eso me enerva bastante, esos silencios que no sabes cómo interpretar porque no sabes si no les interesa, si no saben si podrán estar, y la pérdida de tiempo es importante. La planificación del tiempo es importante, porque tiempo es lo único que tenemos, esa es nuestra única propiedad real, somos dueños de en qué empleamos el tiempo. Y malgastarlo en esperar delante de estas pantallas que me roban visión, ya veo cada vez peor, son demasiadas horas delante de ellas para lograr pocas cosas. Escribo correos, creo grupos en el TEAM, hay gente que contesta otros no, otros después de unos días. La flexibilidad tiene que ser mucha, y flexible creo que soy pero hay fronteras que no soporto que se quebranten. Esos límites son no dejar a la gente a las personas tiradas, mantener la comunicación y tratar de solventar los conflictos que surjan que son normales, esperables. Hay que negociar, como negociamos tú y yo con la entrega de las tareas con los materiales,… Tú eres de las personas más fáciles de comunicarse y de expresar, avanzar, aunque no lo creas más que muchos adultos.
Luego está la situación de encierro, de vivir en esta jaula en la que se han ido muchas personas, los muertos son muchos, pero en la segunda semana se murió mi querida Hanzada, mi alumna siria que recién cumplió nueve años. Llevábamos un año y tres meses luchando contra un tumor feroz que le arrebató su infancia, transformando su cuerpo en una adolescente, con muchos cambios físicos, con mucho dolor. Los niños no deberían morirse antes que sus padres, eso es antinatural y para mí es la primera alumna que se me muere, y digo se me muere porque es un poco mía también. Su última semana de vida cree un jardín para ella en el blog, en el otor blog, EL JARDIN de HANZADA, y día a ´día le envié flores que le pintaron muchas personas, muchas amigas y las vio, sabía que el último jardín seria el Taj Mahal, hablarle de flores, de luz ponía un aire de alegría en ese proceso de dejar el cuerpo, y ser luz. Ella es luz, luz pura y resplandeciente.
Mi energía el último año estaba para ella, me llamaba
diciéndome que estaba ingresada en el hospital y salía corriendo a su
habitación en la séptima planta donde nos reíamos, ahí hace meses tuve que
ponerme la primera mascarilla, el traje completo para verla en la habitación
porque se aburría y me llamaba para que fuera si podía ir a verla. Y cómo no
iba a ir. La última semana de su vida estaba en casa con sus hermanos, mis
niños Musa y Omar que querían matar a los médicos porque no dejaban que fueran
a verla cada vez que ingresaba para recibir el tratamiento y yo les explicaba
lo que eran las defensas, los virus, el peligro que tenía para ella verlos mientras
le daban el tratamiento que la hacía vomitar, dolerle la cabeza, dormir. Pero
incluso en los momentos de mayor dolor siempre sonreía y se alegraba al verme,
las dos nos incendiábamos el corazón la una a la otra juntas y la alegría explotaba,
nos reíamos, me preguntaba: ¿Qué eso de
operar? Mañana me operan, explícame profe. Y sus dos últimas noches de vida las
pasó en el hospital con su madre y el móvil, un móvil en el que estábamos conectadas,
escribiéndome emoticonos que lo decían todo, porque no saben mucho español,
pero el sentimiento y conocer la situación te ayuda a entender. Esa forma de
acompañar a su madre a ella en esos momentos tan duros, a través de un móvil
enviando canciones, palabras que se anudaban en mi garganta pero eran
necesarias para aliviar la soledad tan grande de esa madre en una habitación
con su hija muriéndose, adormilada, sin poder ya abrir los ojos, pero oyendo. Le
mandaba la sura que se escucha cuando un musulmán muere para que encuentre el
camino al jardín del Edén a su paraíso, y para consolar a la madre que la
acompaña. Fueron un día y medio muy duros, los peores de mi vida. Quieres irte
abrazarlas, pero no puedes salir y la ventana ese teléfono. Estoy triste, como
comprenderás. Ella mi Hanzada es una fuente de inspiración, la energía que le
dí durante este último año es como si
volviera a mi para seguir día a día con el blog, sacando adelante el trabajo
con el móvil, ya que la mayoría miran lo que pueden con el móvil, No hay ordenadores,
no hay dinero, no hay muchos datos y no se puede estar conectados horas y
horas, así que tiene que ser algo breve y el reto es mayor, es más difícil. Algunos
son pequeños y no saben leer ni escribir en español por lo que el trabajo de su
padre de sentarse con ellos y traducir, explicar en el móvil es fundamental
para que Islam y Abdullah puedan responder y su respuesta es increíble. Su
padre es mis manos, es mi voz en la forma de lograr que hagan las tareas. Otros
en cambio no contestan, es como tirar botellas al mar con mensajes. Y sigo
tirando botellas, lazando botellas con mensajes de Richy. Mi títere un títere
que estuvo conmigo años y años. Ahora vuelve a la escena con protagonismo, él
es como mi alterego, él es el argentino que protesta y riñe, con su acento del
español de la Argentina, otro español, en esta diversidad que me encanta. La
vida es diversa, tan llena de matices, enriquece verlo y sentirlo así, es una
fuente de aprendizaje. Y recibes lo que das, recibo el apoyo de mi querido
Abdul Rehman que me diseñó la portada en urdu y árabe sobre ese universo que
estamos creando y sus poemas en urdu y español que me envía, para que revise y
me leer en las dos lenguas. Ya no es mi alumno, pero es como si fuera otro de mis
hijos, otra persona que me dio mucha alegría, con la que lloré en una clase cuando
él me preguntó: ¿Qué te pasa profe, no estás bien?- Y no lo estaba, como no iba a estarlo si me habían dicho que Hanzada tenía un tumor muy
agresivo. Lloramos juntos, las lágrimas se deslizaban sin poder contenerlas ni
él ni yo, y rezo por ella en árabe una oración que me gravó para que la enviara
a su madre, en aquel sótano en el que le daba clase, húmedo, sombrío pero en el
que reinaba una serenidad que generábamos entre él, su hermano Abdallah y yo al
dar clase, responder a sus preguntas. Mi querido Abdul que tejió puentes y me
envió otra sura en esos dos días para mi niña, y en el entierro al que solo pudieron
ir su madre y su tío. Son momentos tan duros, nos enfrentamos a la muerte.
Surgió ese cuento del Más allá y Como todo lo que nace para explicarle a Omar
que Hanzada se había muerto, para decirle que ya no volvería del hospital. Y aproveché
para trabajarlo con todos porque es un tema que nos toca a todos en esta cuarentena.
Como te decía envío botellas imaginarias, botella al mar, como
dice el poema de Benedetti y no sé a qué costa llegarán, quien las lee, se que
estamos ya cerca de las tres mil visitas en el blog pero no me contestan algunos
que deberían formar parte de este blog y me preocupa. Me van llegando
respuestas a las causas auténticas, más allá de las elucubraciones que pueda
hacer sobre la mala situación económica que es una realidad para muchas
personas, y para los extranjeros y extranjeras más aún. Y en esas respuestas a
los ritmos de cada uno, me narran tragedias en las que los sueños con los que
se iniciaron viajes desde otros continentes se rompieron y son ahora cascotes
que cortan las entrañas y desgarran el corazón porque nacen niños, hermanos y
hermanas pequeñas que quieren retornar al origen y el Estado de Alarma no
permite hacer trámites que te permitan tener el pasaporte, poder comprar un
billete de avión y retornar a casa, a la casa de unos padres ancianos enfermos a
los que puede que no llegues a tiempo de poder despedir. La tristeza nos rodea,
y tenemos que lidiar con ella, tratar de aprender la lección que nos toca,
tenemos en momento de ahora. Mañana no existe, ayer ya se fue, es ahora lo único
tangible, lo real.
En otro momento te contaré mis salidas a la tienda, en esta
ciudad que me vio nacer y a la que reconozco cada vez menos. Pero ahora quiero
que sepas que en estos días en que podemos salir hay que salir a tomar el sol, a respirar,
a ver los árboles, a abrazarlos, a perder la vista en las cumbres de las
montañas, y yo estoy deseando ver el mar, el mar que extraño tanto y me cura el
corazón. Necesito irme a la playa, a mi orilla.
Sal por favor, sal aunque al principio te cueste, pero lo
agradecerás. Dormirás mejor, y dormir es tan importante en este encierro. Sal,
escucha música, pasea,…
Un abrazo mi querido
Vitor.
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