BUSCAR SENTIDO AL VÍNCULO
La leyenda del hilo rojo de Japón: cuando el destino ata meñiques
Las dos personas conectadas por este hilo se encontrarán en algún momento de sus vidas, y su historia será importante más allá del tiempo, el lugar o las circunstancias
En la película Dolls, de Takeshi Kitano, un hilo rojo pende entre los protagonistas, o más bien, son ellos los que penden en los extremos del hilo entre el amor y el desamor y la complejidad de las relaciones humanas. Como si de una extensión de sí mismos se tratara, el hilo rojo se arrastra con ellos, vayan donde vayan, marcando el camino, pero no a un lugar, sino a otras personas.
Kitano dio forma así en la ficción a una tradición oriental que busca el sentido del vínculo entre las personas: para los japoneses, chinos y coreanos, este aparece (o permanece) siempre predestinado por un hilo rojo que los dioses atan al dedo meñique de quienes se encuentran en la vida. Cuenta la leyenda que las dos personas conectadas por este hilo se encontrarán en algún momento, y su historia será importante más allá del tiempo, el lugar o las circunstancias.
Esta creencia proviene de tiempos antiguos, como explica Hope Ngo en The List, cuando en China comenzó a decirse que aquellos que están destinados a encontrarse y estar juntos tienen hilos invisibles atados alrededor de sus tobillos. Los japoneses y coreanos, sin embargo, tendieron a pensar que ese hilo rojo se encontraba atado alrededor de los dedos meñiques. Sea como sea, este hilo rojo puede enredarse, contraerse o estirarse, como seguramente sucede a menudo, pero nunca se puede romper.
Todos los hilos del mundo
Todas las culturas se han preguntado qué es lo que confiere el camino individual de cada persona: ¿cómo se extiende el futuro ante nosotros? ¿Existe verdaderamente el destino? ¿Por qué vamos hacia donde vamos? No pocas han concebido la idea de entenderlo como un hilo astronómico que predice los caminos. Así, por ejemplo, los griegos hablaban de los Moirai, que sostienen un hilo de oro para cada persona en la tierra y lo cortan repentinamente cuando esta va a morir. También rojo es el hilo de la Cábala que conecta a los creyentes con la tierra santa de Jerusalén.
Es lógico pensar que si la vida se concibe como un gran texto (del latín "textus": tejer, conectar), los hilos son el principal material que tenemos para coser nuestra vida cotidiana. Muchas expresiones nos lo recuerdan, como esa que dice que es posible "perder el hilo" cuando hemos dejado de entender algún asunto que se nos plantea.
Todo comienza cuando se descubre que la arteria cubital conecta el corazón con el dedo meñique. Esta fina vena que va del corazón a la mano se extiende por nuestro cuerpo de forma visible, pero sale de él para recorrer el mundo invisible buscando el corazón de otra persona.
La importancia del meñique
Este curioso canal que se desprende del entramado sanguíneo en nuestro interior, hace que tu dedo menos notable sea mucho más importante de lo que parece, un verdadero "representante" de tu corazón. Por eso, en muchas culturas, cuando dos personas hacen una promesa, la hacen cruzando los meñiques.
A diferencia de otras supersticiones amorosas, en este caso no se limita a un asunto romántico, ni a una sola persona a la que uno estaría destinado a encontrar. Se trata de todas las conexiones sociales que hacemos a lo largo de nuestra existencia, como el micelio de los hongos que nos sostiene bajo tierra. En nuestro caso, una ramificación arterial que surge del dedo hacia todos aquellos con los que haremos historia y todos aquellos a los que recordaremos de una forma u otra.
En la actualidad, aún muchas personas creen en la narrativa que esta leyenda plantea: "Hay un momento en que las líneas finas se juntan y se extienden. Y, de repente, las líneas no pueden ser trazadas por los ojos. Cuando cada hilo ya no es visible, parece que la verdad en su interior finalmente se hace visible", dice la artista Chiharu Shiota, cuyo trabajo es una constante búsqueda visual de la fuerza de este elemento señalado en su cultura de origen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario