Sahraa Karimi, la cineasta afgana que pudo huir de los talibanes: "Nos matan porque queremos ser iguales que cualquier mujer"
Decir que Sahraa Karimi es la cineasta más prometedora de Afganistán sería una reducción engañosa. Sus hazañas personales trascienden y van más allá de una obra cinematográfica que incluye los documentales Afghan Women behind the Wheel (2009) y Parlika (2016), así como la película de ficción Hava, Maryam, Ayesha (2019, sobre tres mujeres de Kabul en crisis por sus embarazos), presentada en la sección Orizzonti del Festival de Venecia hace dos años.
Karimi, que nació en 1983 en Teherán porque sus padres eran refugiados afganos en Irán, se interesó desde muy pequeña por el arte cinematográfico, tan efervescente en el país. Siendo adolescente, se trasladó a Eslovaquia, donde realizó sus estudios de cine, doctorándose en Bratislava. Al acabar la universidad, decidió instalarse en Kabul, donde se implicó activamente en el apoyo al cine afgano.
Igual que otras compatriotas, como la pionera Saba Sahar (actriz, directora y activista por los derechos de las mujeres), se propusieron reconstruir la industria cinematográfica afgana tras la caída del régimen talibán, quienes habían cortado de raíz la producción, cerrado salas de cine y destruido aquellas películas que habían caído en sus manos.
Así es como Karimi sacó adelante sus proyectos cinematográficos como productora y directora con esfuerzo (Parlika fue producida por completo en Eslovaquia), presentó sus trabajos en festivales internacionales de cine y se convirtió en la primera mujer en dirigir la agencia estatal de cine, Afghan Film. Un hito histórico.
El regreso talibán
Hasta que el pasado 15 de agosto los talibanes llegaron a Kabul y la cineasta lanzó grito de auxilio a la comunidad internacional. No solo temía por su vida, sino por cualquier atisbo de esperanza para el cine afgano, sobre todo el hecho por mujeres.
"Cuando los talibanes estaban en el poder, no había mujeres en las escuelas. Desde entonces, son ya casi nueve millones de mujeres afganas las que han podido estudiar", proclamaba Sahraa Karimi en una carta donde advertía cómo desde que los talibanes habían empezado a hacerse de nuevo con el control de Afganista, "ya son dos millones de mujeres las que se han quedado sin poder ir al colegio".
Karimi también grabó un vídeo que publicó en sus redes sociales donde recorría las calles de Kabul. "Es una crisis humanitaria y, sin embargo, el mundo está en silencio", denunciaba. "Vienen a matarnos. Prohibirán todo el arte. Yo y otros cineastas podríamos ser los siguientes en su lista”.
No le faltan motivos para su temor. Hace un año, la propia Saba Sahar fue víctima de un atentado cuando tres hombres armados tirotearon el coche en el que viajaba junto a su conductor y guardaespaldas. Sahar resultó herida en el estómago y tuvo que ser hospitalizada.
De Kabul a Kiev
El 17 de agosto, Sahraa Karimi comunicó a sus seguidores que había logrado escapar de Kabul. Había sido evacuada junto a otras 11 personas y se encontraba refugiada en Kiev, donde ha sido acogida por el gobierno ucraniano.
Esta semana, con ocasión de la celebración de una conferencia entre mujeres gobernantes sobre los cambios en el poder y el mundo contemporáneo, la cineasta fue invitada a participar. Realizó una intervención muy emotiva que, una vez más, ha dado la vuelta al mundo.
"Los talibanes son mucho peor que la covid-19. Con la covid te puedes lavar las manos, mantener distancias, aislarte... [Los talibanes] simplemente vienen y nos matan porque queremos ser libres. Porque queremos ser iguales que cualquier mujer y niño, artistas, directores de cine de todo el mundo", dice Karimi, consumida por las lágrimas. "Porque nuestro único error ha sido nacer en Afganistán, rodeados por muchos vecinos muy malos y enemigos malvados".
"Usad vuestro poder y no os quedéis en silencio sobre lo que está ocurriendo en Afganistán. Os lo pido por favor, por las mujeres de Afganistán. Nosotras luchamos mucho, luchamos 20 años", prosiguió. "Estábamos sentados, como vosotros, en la oficina, en un banco, discutiendo con nuestros amigos, charlando, haciendo bromas con nuestros maridos y hermanos. Y, de repente, vinieron y se apoderaron de Kabul".
"Os pido que no deis reconocimiento internacional a aquellos que limitan la libertad de las mujeres, los artistas, los cineastas, los niños", rogó Karimi. "Si reconocen políticamente a los talibanes, si los aceptan, ellos destruirán nuestras vidas, las vidas de las mujeres. No puedo decirlo más claro", concluyó su alegato.
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