lunes, 25 de noviembre de 2024

NO A LA VIOLENCIA

 

25N: ¿Qué es la violencia psicológica?

Efeminista - 24 noviembre, 2024

La violencia psicológica es la forma de maltrato más recurrente en nuestra sociedad, pero también la más difícil de detectar. Su carácter sutil y la falta de secuelas físicas contribuyen a que esté profundamente normalizada, pese a que afecta a millones de mujeres en todo el mundo.

"Siempre que hay maltrato, hay violencia psicológica, aunque no siempre exista violencia física", asegura a Efeminista la psicóloga de la Asociación de Psicología y Psicoterapia Feminista, María Martín Fuente.

En la Unión Europea, cuatro de cada diez mujeres ha sufrido violencia psicológica por parte de su pareja desde los 15 años, según la Agencia de Derechos Fundamentales de la UE (FRA).

Esta forma de maltrato se caracteriza por comportamientos y actitudes destinados a controlar, humillar y dominar a la víctima. A menudo comienza de manera gradual, con acciones aparentemente inofensivas que van ganando intensidad y dejando profundas cicatrices emocionales.

La violencia psicológica se manifiesta de diversas maneras: el agresor busca invalidar emocionalmente a la víctima, desvalorizarla, aislarla de su entorno social y familiar, y hacerla sentir culpable de las dificultades en la relación. También ejerce un control constante, que puede incluir revisar su móvil, exigir contraseñas o vigilarla mediante mensajes constantes. Si la víctima no accede, se enfrenta a amenazas o castigos que perpetúan un ciclo de miedo y sumisión.

Las consecuencias de la violencia psicológica

Una de las tácticas más dañinas es la conocida como "luz de gas", donde el agresor manipula los recuerdos y percepciones de la víctima para que dude de su propia realidad. "Lo que hace el agresor es quitarte el control sobre tus propias percepciones y recuerdos, porque todo lo que has vivido, según él, no ha ocurrido", explica Martín Fuente.

Las consecuencias de este tipo de violencia son devastadoras. A nivel emocional, genera ansiedad, estrés, inseguridad e irritabilidad. Muchas mujeres víctimas viven en un estado de hiperalerta constante, lo que afecta su bienestar físico: problemas en la piel, dolores de estómago, caída del cabello y otras dolencias psicosomáticas son comunes. En los casos más graves, aumenta el riesgo de depresión, ideación suicida e incluso suicidio.

En España, las mujeres maltratadas tienen cinco veces más probabilidades de experimentar pensamientos suicidas que aquellas que no han sido víctimas, según datos de la Macroencuesta de Violencia de Género de 2019.

Sin embargo, pese a su gravedad, la violencia psicológica es menos denunciada y castigada que la física, debido a la dificultad para identificar sus efectos y la falta de pruebas visibles.

El ciclo de la violencia psicológica también incluye momentos en los que el agresor muestra afecto y hace que la víctima se sienta especial, reforzando el vínculo emocional y dificultando la percepción del maltrato. Esta alternancia entre abuso y cariño genera tolerancia al maltrato y normaliza las situaciones de violencia, perpetuando el ciclo de control y dependencia.

Distintas formas de violencia machista

Con motivo del 25N Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, lanzamos una campaña de videos y textos cuyo objetivo es visibilizar y explicar las diversas formas de violencia machista que afectan a las mujeres. A lo largo de esta serie, exploramos diferentes tipos de violencia, presentando datos, casos y testimonios que muestran cómo se manifiestan la violencia física, psicológica, sexualdigital, económica, institucional y vicaria.

Todos los videos de la campaña los podéis ver en la lista de reproducción de YouTube 25N | Manifestaciones de la violencia machista.



Basta de violencia

 

 

Nicole Ndongala: "Hay migrantes africanas que tardan 7 u 8 años en llegar a España"

Laura de Grado y Macarena Baena - 18 diciembre, 2022

Hay mujeres africanas que tardan siete u ocho años en conseguir llegar a España y, cuando lo logran, su proceso de integración es muy lento porque cargan con una mochila muy pesada de experiencias muy duras, heridas que nunca van a cerrarse del todo, cicatrices que no van a curarse, asevera Nicole Ndongala, congoleña defensora de los derechos humanos, directora general de la Asociación Karibu y miembro del Consejo Asesor de Casa África.

"No todas las migrantes que llegan a España consiguen salir adelante, también hay fracaso", lamenta Ndongala en una entrevista con Efeminista en la que critica la falta de coherencia de la política de acogida española y reclama medidas para erradicar la discriminación racial, regularizar la situación y facilitar el aprendizaje del idioma.

"No hay una política bien definida para acompañar a las mujeres, no solamente africanas, sino inmigrantes en general", asegura la directora general de la Asociación Karibu, (que significa bienvenido en Swahili) que lleva más de treinta años atendiendo a la población africana que llega a España a la que ofrecen protección humanitaria y acompañamiento en el proceso de integración y de empoderamiento.

Nicole Ndongala, llegó a España en 1998 huyendo de la guerra que estalló en la República Democrática del Congo tras ser derrocado el presidente Mobutu Sese Seko. Tenía 19 años y sus inicios fueron muy duros y solitarios. Hoy su historia inspira a muchas jóvenes a romper las barreras.

Ndondala fue una las portavoces que, del 5 al 8 de diciembre, participó en la primera sesión del Foro Permanente de Afrodescendientes de la ONU para hablar de las violencias invisibles que sufren las mujeres africanas y reiterar la necesidad de erradicar el racismo sistemático que afecta a esta población.

Del Congo a España

Pregunta (P).- Cuéntenos su historia, ¿por qué decide salir de su país natal?

Respuesta (R).- Salí del Congo en el 98, durante la guerra por la entrada de un presidente nuevo y la salida del que teníamos. Con la llegada del presidente nuevo Laurent-Désiré Kabila, el pueblo pensaba que sería una salvación, pero fue todo lo contrario. Hubo violaciones masivas, disturbios, detenciones arbitrarias, empezaron a violar a mujeres y niñas. En mi caso, después de varias detenciones mis padres decidieron que tenía que salir de Congo.

P.- ¿Por qué eligió España como destino, cómo fue su viaje y quién la acogió al llegar aquí?

R.- Fue por casualidad. Como Congo es una colonia belga, cuando eres joven el sueño es viajar por Europa, sobre todo a Bélgica, y a Estados Unidos. Mi hermano, que estudiaba en Bélgica, me consiguió un pasaporte y un visado falso para poder viajar. Justo cuando llegué a Bruselas presencié una desgracia a una mujer de República Centroáfrica que no tenía documentación. La policía estaba expulsando a las personas y a ella, al intentar expulsarla, como se negó, se formó una pelea en la que murió asfixiada.

Entonces, una señora que era vecina de donde me estaba quedando me dijo "en España esas cosas no pasan". En ese momento ni lo pensé, cogí un autobús hasta España. Era muy joven, había cumplido 19 años. Creo que fue la época en la que más lloré en mi vida porque estaba sola, sin que nadie me acompañara ni apoyara. No sabía dónde ir ni qué hacer. Era llorar, llorar y llorar. Al final me fui a una iglesia para ver si podían ayudarme. Una señora que limpiaba allí me dijo que conocía un sitio donde ayudaban a los negros, la esperé y me acompañó a Karibu. Así fue mi encuentro con Karibu, empecé a vivir en el albergue como usuaria y estuve dos años así.

Karibu, con las mujeres africanas en España

P.- De ser usuaria pasó a ser directora general de la Asociación Karibu, ¿cómo fue ese recorrido?

R.- Fue a base de mucho esfuerzo y resiliencia. Después de todo lo que viví en el Congo, todas las desgracias, pensé que tenía que cambiar ciertas cosas para las personas que no tiene voz. Ahí empezó mi lucha y mi esfuerzo. Pasé de ser usuaria a acompañar a las personas que llegaban, luego fui intérprete, mediadora intercultural, coordinadora del Centro de Formación y Promoción de la Mujer, técnica de acogida... Pasé por muchas cosas dentro de Karibu antes de llegar a ser directora.

Nicole Ndongala

Nicole Ndongala, defensora de derechos humanos y directora de la asociación Karibu, durante una entrevista con Efeminista. Foto: EFE/Laura de Grado

P.- Lleva años trabajando con mujeres africanas, ¿cuál es su labor? ¿Qué tipo de servicios les prestan desde la Asociación Karibu cuando llegan a España?

R.- En el año 2000 impulsé el Centro de Formación y Promoción de la Mujer porque veía que éramos muchas mujeres pero no teníamos un espacio seguro para poder compartir y hablar. Dentro del grupo de las mujeres que vivíamos en el albergue de Karibu cada una tenía su mochila de problemas, algunas venían por violaciones, huyendo de la guerra, de la mutilación genital femenina, de la trata, de la violencia de género...

Ahí tenemos ese espacio seguro y, luego, tratamos otros temas que preocupan a las mujeres, como el emprendimiento o el idioma.

"No hay una política bien definida para acompañar a las mujeres inmigrantes"

P.- Cuenta que cada mujer que llega a la Asociación Karibu llega con su propia mochila, pero ¿hay un perfil común? ¿Qué hay en esas mochilas de las que habla y que se puede hacer para vaciar esas mochilas y empezar de cero?

R.- Es verdad que no todas las mujeres que nos llegan a Karibu tienen esa mochila pesada, pero más del 90 por ciento sí. En ese sentido, tengo muy claro que definir bien la primera acogida de una persona puede ayudarla a que se integre bien en la sociedad, fue mi caso.

Hay cicatrices que no se curan en un mes o tres meses, por eso no ponemos un tiempo límite. En Karibu hay mujeres que llevan dos o tres años viviendo allí porque la mochila o las cicatrices que llevan no tienen nada que ver con una persona que ha llegado en avión. Hay mujeres que pasan siete u ocho años en el camino, su integración es muy lenta.

P.- ¿A cuántas mujeres están haciendo acompañamiento en Karibu? ¿Cuántas mujeres y niñas han pasado por Karibu?

R.- Tenemos tres pisos para mujeres, hay uno que tiene capacidad de 25, otro de 12 y otro de 6. Han pasado miles, porque al año, por ejemplo, atendemos en los pisos de 100 o 150 mujeres y familias. No todas salen adelante porque no toda la inmigración es un éxito, también hay fracaso. Trabajamos también con esas personas que quieren volver a su país y las acompañamos para que ese regreso sea digno.

P.- ¿Qué falla en las instituciones españolas para que la acogida no sea efectiva?

R.- No hay una política con coherencia que realmente ayude a que la inmigración sea una parte de la sociedad. No hay una política bien definida para acompañar a las mujeres, no solamente africanas, sino inmigrantes en general. Pero para las africanas es todavía peor porque la barrera idiomática está ahí. No hay herramientas suficientes para que esas personas aprendan rápidamente la lengua. Lo estamos haciendo las asociaciones. Cuando llegaron los ucranianos se hicieron herramientas materiales para que ellos aprendieran rápidamente español, ¿por qué esas mismas herramientas no se hicieron hasta ahora?

Eliminar la discriminación racial y regularizar

P.- ¿Qué herramientas tendrían que activarse para que las personas africanas que llegan a España se integren en la sociedad?

R.- Primero, eliminar la discriminación racial es imprescindible; segundo, la regularización, porque a una persona sin documentación la sociedad que la acoge la anula completamente; y tercero el tema de las oportunidades, ahí tenemos una barrera que la sociedad de acogida nos pone.

P.- El anteproyecto de la ley de trata contempla reformar la Ley de Extranjería para que las víctimas de trata en situación irregular, sin necesidad de que denuncien, puedan solicitar autorización temporal de residencia y trabajo. ¿Qué opinión le merece?

R.- Es una ley que aplaudimos. Pero las leyes muchas veces tienen requisitos que dejan a la población africana fuera porque piden muchas pruebas para poder justificar que realmente eres una mujer en situación de trata o que sufre violencia de género.

Si es una ley que nos va a tener a todas en cuenta, a todas las mujeres que han sufrido o sufren la trata, tengan o no documentación, ojalá llegue, es una ley que estamos esperando todas.

P.- ¿Qué le diría a la Nicole de hace 24 años, cuando llegó a España, o qué le diría a todas las mujeres y niñas que estén en la situación de la Nicole de entonces?

R.- Si pienso en la Nicole que llegó en España hace más de 20 años, sí han cambiado ciertas cosas en mí porque ahora sé que soy un referente. A través de mi hay muchas mujeres que se inspiran. Para mi es una responsabilidad porque tienes que inspirar a la juventud para que vea que sí se puede, aunque nos cierren las puertas, romper esas barreras.

"El racismo está presente en todos los niveles"

P.- ¿España es un país acogedor?

R.- Yo siempre digo que si tengo que hablar de España como Nicole, diría que me acogieron porque quien me ayudó a pagar mis estudios y a ser quién soy hoy, evidentemente con mi esfuerzo, es gente española. Pero si tengo que hablar de Nicole como directora de la Asociación Karibu, que trabajamos con el colectivo africano, diría que el racismo está presente en todos los niveles.

Ahora con los discursos racistas que estamos viendo y que quedan impunes, la población se anima a pensar que puede tratar mal a un inmigrante. Por eso hay que seguir diciendo que el racismo existe, España debe corregirlo y si no lo decimos no habrá corrección.

Nicole Ndongala

Nicole Ndongala, congoleña defensora de los derechos humanos, directora de la asociación Karibu durante una entrevista con Efeminista. Foto: EFE/Laura de Grado

P.- ¿Están notando ese incremento del racismo desde que llegó la extrema derecha al parlamento?

R.- Muchísimo. El racismo siempre ha existido, antes a lo mejor en la sombra, pero ahora está saliendo. Hay gente que tenía miedo de atacar públicamente a los inmigrantes, de atacar a algunos sistemas que apoyaba la inmigración, pero hoy en día es todo lo contrario. Lo que está pasando con la extrema derecha no se esconde, se dice públicamente en la televisión y la gente que lo ve, que lo sigue, piensa que es normal.

P.- ¿Cómo pueden los medios de comunicación romper con esos discursos y con las narrativas estereotipadas sobre las personas que migran?

R.- El cambio de narrativa es importante porque, como he dicho, los medios de comunicación pueden ayudar o dañar. Muchas veces los medios, cuando se trata de migración, no nos consideran personas, hablan de los migrantes como números.

P.- ¿Cuál es su próximo proyecto?

R.- Ahora mismo estamos recopilando todas las historias de vida de las mujeres que están en Karibu porque nos hemos dado cuenta de que hay muchas violencias que no se visibilizan. Hemos pensado que de las diez o quince violencias que existen, cada mujer dentro de Karibu ha sufrido o está sufriendo esta violencia, y son historias que remueven. Sacar estas historias de vida es una forma de decir que esas violencias existen y que hay que hablar de ellas.

domingo, 24 de noviembre de 2024

Nebenka

 

Icíar Bollaín: “Nevenka se adelantó a su tiempo, fue una pionera, y por eso se quedó tan sola”

Icíar Bollaín en el Festival de Cine de San Sebastián

Javier Zurro

Donostia — 
21 de septiembre de 2024 21:42 h 

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Icíar Bollaín tiene un don como cineasta. Sabe pararse y mirar. Está atenta a lo que se cuece en las calles. Eso se convierte en películas que se adelantan a los debates sociales. Cuando nadie hablaba de violencia machista ella la puso en el foco gracias a Te doy mis ojos. Cuando la conciliación era un término que no se usaba, ella la abordó desde ese trío de espías en la sorprendente Mataharis. Hasta la descolonización que ahora copa titulares aparecía en un filme como Y también la lluvia,

Con su nueva película no se ha adelantado a ningún debate, sino que ha reivindicado a aquella mujer que sí lo hizo. Nevenka Fernández se atrevió a denunciar a su acosador, el alcalde de la localidad leonesa de Ponferrada, en el año 2000. Mucho antes del Me too. Mucho antes de la última revolución feminista. Por ello se enfrentó a unos medios sensacionalistas y a una sociedad misógina. España le debía una disculpa, y ha llegado en forma de Soy Nevenka, el filme que compite por la Concha de Oro en San Sebastián y se estrena en cines el próximo viernes 27.

¿Hablar de una persona real y viva, como Nevenka, da más presión?, ¿siente uno más responsabilidad?

Sí. Sobre todo quieres que cuando esa persona la vea se sienta identificada con lo que estás haciendo. Porque, además, en el cine hay mil momentos en los que puedes ir por un sitio o por otro y todo es muy sutil, pero también por eso hablamos mucho con ella. A medida que hacíamos nuestra investigación y hablábamos con diferentes personas, volvíamos a ella.

Entonces escribir el guion tuvo algo de investigación periodística.

Sí, porque fuimos hablamos con periodistas también, sobre todo de Ponferrada, y era interesantísimo porque nos contaron un poco el panorama del año 2000. Estuvimos allí y hablamos con muchas personas que nos dieron puntos de vista diferentes. Los funcionarios del Ayuntamiento que trabajaban con ella tienen un punto de vista distinto que el de sus amigas, que es distinto de lo que nos cuenta un constructor que los veía de noche, de fiesta. 

¿Era fundamental que ella estuviera de acuerdo con lo que se estaba contando?

Ella es una mujer muy inteligente. En la película había cosas incómodas, pero ella también entendía que había que contar eso. Por ejemplo, sus padres al principio no lo comprenden, aunque luego en el juicio la apoyaron, pero eso no lo íbamos a edulcorar. Hay frases que se dijeron muy duras, y eso podíamos haber optado por no contarlo. Ella estuvo muy sola, no tenía a quién acudir. Lo que hemos intentado es que se entienda por qué pasó todo aquello, y pasó porque formaban parte de esa sociedad en la que el alcalde era una figura de respeto. Somos una generación a la que se nos dijo que eso no podía pasarle a un alcalde. Y eso hemos intentado reflejarlo. Además, las cosas contadas como malos y buenos no tienen mucho interés, porque la realidad siempre es más compleja.

En esa investigación, ¿qué le sorprendió más?

Me ha sorprendido mucho la figura de Nevenka por lo que se transmitió de ella. Nevenka es una mujer muy dulce, muy inteligente. No se parece nada a la chica joven, un poco sospechosa que se comunicó en el momento. Se dio de ella una imagen de ambiciosa, de que se lo había buscado, de que se había metido en una relación con él y que era muy joven para tener aquel cargo. Ella en aquel momento estaba en Arthur Andersen, en Madrid. Fue una oferta de ellos, ella tenía opciones. No es una chica que tuviera ese objetivo, y luego hay un cortejo ahí muy intenso por parte de él para conseguir tener la relación con ella. Así que piensas, ¿qué es lo que se comunicó? Todas las sospechas fueron hacia ella, no hacia él.

Siempre le pedimos a la víctima que haga algo y yo creo que hay que pedir al entorno que haga algo. Y por supuesto al hombre, por descontado

Icíar Bollaín  Cineasta

Han pasado 20 años, pero viendo la película creo que es un filme que por supuesto habla de aquel momento, pero por desgracia habla del presente, ¿se ha mejorado mucho en este tiempo?

Yo en el inicio no pensaba que eso fuera a ocurrir tanto. Yo quería contar la película lo mejor posible. Hacerlo bien. No equivocarme con el casting, con las sutilezas. Eso ya era mucho. Pero al acabarla sí que dije, anda, si es que es una reflexión sobre hoy. Porque al mirar atrás, a hace 20 años, te preguntas, ¿y qué pasa ahora?, ¿qué pasaría?, ¿cómo estamos reaccionando ante casos similares? Creo que hemos cambiado un poco, pero creo que todavía queda.

Hay algo en la película clave, el silencio cómplice. Un silencio que es parte del caldo de cultivo de la cultura de la violación. 

Eso tenía que estar. A mí una de las cosas que más me interesaba era pensar que este acoso laboral ocurrió a la vista de todos. Al maltratador y al acosador les arropa el silencio. Primero porque lo normaliza, lo minimiza. Parece que se acepta, y entonces la víctima se queda aún más sola. Esa es una de las cosas que todavía hay que cambiar y que podemos cambiar. Todos podemos reaccionar ante un acoso o ante un bullying. Los bullies actúan porque pueden, porque les dejamos.

Hay una responsabilidad individual que pasa luego a ser colectiva, pero parece que no queremos asumir que uno tiene que actuar.

Cuando vemos en la película a todos los que miran para otro lado, nos incomoda. A mí me incomoda porque yo he visto bullying y no he sabido qué hacer. Sé que es difícil. Es que siempre le pedimos a la víctima que haga algo y yo creo que hay que pedir al entorno que haga algo. Y por supuesto al hombre, eso por descontado. Otra cosa que pasaba con el caso Nevenka es que todo el foco se ponía en ella, en que no debía haberse metido ahí, no debería haberse liado con ese señor… Creo que todavía se pone el foco en la víctima, como si los hombres no se pudieran reprimir. Eso es absurdo.

¿Fue más difícil retratarle a él que a ella? Hubiera sido muy fácil mostrarle simplemente como un demonio, pero era una persona muy querida. 

Parte del trabajo de ir a Ponferrada era para ver cómo se le percibía. Es un hombre que tiene mucho respeto de muchos vecinos de Ponferrada. La gente destacaba su don de gentes. Era un seductor, tanto de hombres como de mujeres. Por otra parte es de libro, porque los acosadores suelen ser así, si no les verías venir, pero suelen ser gente encantadora. Eso tenía que estar porque además lo hace más interesante y más real.

¿Vieron la película una vez acabada con Nevenka?

Sí.

¿Cómo fue ese pase?

Muy bonito, la verdad. Vino con su marido, Lucas, y con algunos de los personajes que aparecen en la película. Con su psicoanalista, su abogado… yo la iba mirando, porque había veces que se tapaba los ojos. La impresión fue muy potente y muy emocionante. Hay una parte en la que coincidieron todos. Ellos lo vivieron todo con mucho miedo, y la película tiene una parte épica, pero esa épica ellos no la vivieron así. Ellos lo vivieron todo con la sensación de conseguir sacar eso adelante, porque la idea de que perdieran era desoladora para Nevenka. 

¿Cree que se le debía una disculpa a Nevenka como país, como sociedad?

Sí. Fíjate, nunca me había parado a pensarlo. Se le puede dar una disculpa y se le puede demostrar mucho cariño. Una manera de hacerlo es reconocer a las víctimas como tales y tratarlas como tales. Hay algo que me ha dicho ella, y que ha dicho en entrevistas, y es que esos 8 de marzo en los que salían todas esas mujeres a decir 'aquí está tu manada', eso a una víctima le reconforta. Le reconforta el saber que hay un reconocimiento a lo que han pasado. Una disculpa colectiva es difícil hacerla, pero sí se le puede expresar el cariño que merece.

Su cine siempre se ha adelantado a los debates sociales. Habló de violencia machista, de conciliación… en esta ocasión fue Nevenka la que se adelantó a todos. 

Sí, se adelantó. Y de hecho por eso se quedó tan sola. Ahora, con el Me too, muchas mujeres han dicho ‘a mí también me ha pasado’, pero ahí fue solo ella. Ahí no salió nadie más a decir ‘a mí también me ha pasado’. En ese sentido sí fue una pionera. Se adelantó a todo.

Ha mencionado el Me Too. Usted lleva mucho en la industria del cine, ¿ha cambiado algo en aquel mundo?

Yo creo que es un cambio social. Quizá en el cine, como tenemos más el foco puesto y como además han salido casos, ha habido una reacción. Se han hecho cosas estupendas, como el protocolo que se ha generado para activar en rodajes, que creo que debería estar en todas partes. Creo que en general hemos mejorado Por ejemplo, cuando vi el tema del Dani Alves, el protocolo que se puso en marcha funcionó muy bien. Hay cosas muy simples que no sé si existen en España, pero en el Reino Unido, donde vivo, en algunos lugares he visto un cartel en el cuarto de baño que pone de una manera muy simple, ‘¿Está saliendo mal la cita? ¿Te sientes incómoda? Pregunta en la barra por Karen’. Entonces tú puedes ir a la barra y decir eso y ya van a entender que estas en una situación que no quieres estar y te ayudan a marcharte. Sin escándalo. Me parece sencillo y fantástico.

Da mucha impresión ver cómo respondieron de mal los medios. ¿Estamos mejor?

Yo creo que en parte sí. Es muy impresionante. Éramos una sociedad muy poco consciente y muy injusta con las víctimas y había una misoginia clara y sobre todo una trivialización. A mí lo más fuerte me parece lo que dice Urdaci, que lo definió en el telediario como una trifulca sentimental. Es decir, esta chica da una rueda de prensa, temblorosa, diciendo que el alcalde lleva meses acosándola y abres el telediario diciendo ‘trifulca sentimental’. Yo quiero creer que esto ha cambiado bastante.