JERUSALÉN, EL ORIGEN DEL CONFLICTO
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La nicaragüense Gioconda Belli, exiliada en España, escribió este poema en octubre de 2021. Aún no sabía que, en febrero de 2023, las autoridades de Nicaragua le iban a despojar de su nacionalidad junto a otras 316 paisanas.
No tengo dónde vivir.
Escogí las palabras.
Allá quedan mis libros,
mi casa. El jardín, sus colibríes,
las palmeras enormes,
las apodadas Bismarck
por su aspecto imponente.
No tengo dónde vivir.
Escogí las palabras.
Hablar por los que callan,
entender esas rabias
que no tienen remedio.
Se cerraron las puertas,
dejé los muebles blancos,
la terraza donde bailan volcanes a lo lejos,
el lago con su piel fosforescente,
la noche afuera y sus colorines trastocados.
Me fui con las palabras bajo el brazo,
ellas son mi delito, mi pecado,
ni Dios me haría tragármelas de nuevo.
Allá quedan mis perros Macondo y Caramelo,
sus perfiles tan dulces,
su amor desde las patas hasta el pelo.
Mi cama con el mosquitero,
ese lugar donde cerrar los ojos
e imaginar que el mundo cambia
y obedece a mis deseos.
No fue así. No fue así.
Mi futuro en la boca es lo que quiero.
Decir, decir el corazón, vomitar el asco y la ranura.
Queda mi ropa yerta en el ropero,
mis zapatos, mis paisajes del día y de la noche,
el sofá donde escribo,
las ventanas.
Me fui con mis palabras a la calle,
las abrazo, las escojo.
Soy libre,
aunque no tenga nada. Gioconda Belli
ORIENTE MEDIO
Periodista especializada en temas de actualidad
Actualizado a · Lectura: 6 min
cada 29 de noviembre desde 1977 se celebra el Día Internacional de la Solidaridad con el Pueblo Palestino, una fecha señalada con el objetivo principal de reivindicar que la cuestión palestina todavía no ha obtenido una resolución justa, especialmente desde la partición territorial impuesta por la misma Asamblea General de las Naciones Unidas en 1947
Esta decisión supuso la expulsión de cientos de miles de palestos de sus tierras durante el inicio de la guerra árabe-israelí de 1948, un terrible suceso conocido como la Nakba que sin duda contribuye a contextualizar la situación bélica actual del territorio.
Sin embargo, el asentamiento del pueblo palestino en esta convulsa región de Oriente Próximo precede por mucho a la creación del Estado de Israel, así como sus conflictos.
Su condición no permite catalogarlo del todo como un país o estado propio, aunque se le ha atribuido reconocimiento internacional. Para entender esta situación debemos retroceder en el tiempo, antes del conflicto palestino-israelí y de la administración británica de Palestina.
El paso del ser humano por la zona de Palestina data de la época del paleolítico, cuando los primeros hombres de origen africano y asiático migraron por los territorios del actual Oriente Medio hace aproximadamente 44.000 años.
Se considera que esta tierra situada entre el río Jordán y el mar Mediterráneo fue una de las primeras áreas pobladas del mundo antiguo. Hacia finales de la Prehistoria, en la Edad del Bronce, aparecían comunidades agrícolas y las primeras ciudades importantes, como es el caso de Jericó, Gaza o Jerusalén.
Esta región conocida como la Palestina histórica es el origen del pueblo palestino, uno de los pueblos semitas del Levante mediterráneo que, según la Biblia, descendían del hijo mayor de Noé: Sem.
Pero desde entonces, el territorio ha cambiado de manos frecuentemente y también se ha visto influenciado por las civilizaciones adyacentes: el Antiguo Egipto, Mesopotamia o Siria, entre otras.
Fue ocupado en varias ocasiones por otros pueblos semitas como los hebreos, los fenicios o los cananeos. Más tarde, alrededor del año 1150 a.C. llegaron los filisteos, surgiendo entre ellos y los hebreos los primeros conflictos por el control del territorio y dando lugar a la formación del reino hebreo como respuesta a una posible invasn Aunque breve, este momento histórico originó los reinos de Israel y Judá, que fueron destruidos por el Imperio Asirio y el soberano Nabucodonosor II de Babilonia, de la cual el territorio de Palestina pasó a formar parte.
A este panorama le siguieron la invasión persa de Babilonia, y posteriormente la conquista de Alejandro Magno, dejando a Palestina en manos del Imperio Romano de Oriente hasta que en el año 636, con la expansión musulmana, los árabes ocuparon el territorio durante varios siglos.
Se trata de un importante punto de convergencia que alberga el origen de las tres religiones monoteístas del mundo: la cristiana, la judía y la musulmana.
Lejos de encontrar la paz, este territorio llamó la atención de las potencias cristianas occidentales, que iniciaron Las Cruzadas en el año 1095 con el objetivo de recuperar el espacio conocido como la Tierra Santa del control musulmán.
El origen territorial común en Jerusalén de las tres religiones convierte a Palestina en un foco importante, lleno de conflictos religiosos: para los cristianos es la cuna del cristianismo, para los musulmanes es el lugar donde Mahoma ascendió a los cielos, y para los judíos es la tierra prometida.
Durante aproximadamente 100 años el mundo cristianos y el islámico se disputaron el territorio palestino hasta que este terminó en manos del Imperio Otomano desde el siglo XVI hasta principios del XX, un periodo de relativa tranquilidad que terminó con el estallido de la Primera Guerra Mundial.
También durante este periodo, concretamente a finales del siglo XIX, se inicia en Palestina una oleada de inmigrantes judíos causada por la persecución que estos recibían en otras partes del mundo, por ejemplo en territorio ruso.
Tras la victoria aliada en la Gran Guerra, Francia y Gran Bretaña buscaron el apoyo de los árabes para vencer al Imperio Otomano a través de promesas que no llegaron a cumplirse, pues estos dos países se habían repartido previamente los territorios otomanos de Oriente Medio en
el Acuerdo Sykes-Picot. Así, Francia pasaría a dominar el Líbano y Siria, mientras que el Reino Unido tomaría la actual Jordania, Irak y Palstina
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A este hecho histórico le suceden años de conflictos trascendentales, entre los cuales destacan el levantamiento de al-Buraq en 1929, los disturbios de 1933 o la gran revuelta árabe de 1936-39. Finalmente, los británicos ceden el control del conflicto a las Naciones Unidas entre 1946 y 1947, quienes deciden imponer la partición territorial de Palestina entre el estado judío y el árabe.
Ninguno de los bandos quedó satisfecho con la decisión, lo cual provocó la formación de grupos paramilitares de defensa por el lado de Palestina, y el inicio de la expropiación territorial por parte de Israel.
Estos lograron conquistar más territorios de los asignados por la ONU y crearon de forma unilateral el Estado de Israel, causando en el proceso la destrucción de la mayor parte de la Palestina histórica en 1948. En consecuencia, el pueblo palestino fue expulsado a otros países árabes, permanecieron en territorios del recién creado Estado de Israel o se desplazaron hacia lo que quedaba de la Palestina histórica (Cisjordania, Gaza y Jerusalén) sin la posibilidad de regresar a su hogar.
A esta situación le suceden una serie de conflictos bélicos entre los cuales se incluye la llamada Guerra de los seis días, la Guerra del Yom Kipur o la Intifada Palestina.
Con todo esto, el pueblo palestino nunca llegó a construir un Estado legítimo en Palestina aunque siempre ha habitado en el territorio o parte de él, independientemente de quién lo haya ocupado.
En 1964 se creó la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), un organismo que, liderada por Yasser Arafat, aspira a la abolición del Estado de Israel y la creación de un Estado laico que englobe a árabes y judíos de territorios palestinos.
La OLP fue partícipe de los Acuerdos de Oslo, un intento por alcanzar la paz que abría la posibilidad de la creación de un Estado Palestino. Se estableció entonces el Gobierno Autónomo Palestino (GAP), una entidad gubernamental limitada que administraría los territorios de Gaza y la Ribera Occidental.
Sin embargo, este gobierno seguía bajo el control israelí y los Acuerdos de Oslo no cumplieron sus objetivos, desencadenando nuevos episodios de violencia en el territorio palestino.
El reconocimiento internacional es un aspecto clave para que un Estado pueda serlo legalmente. El caso de Palestina es que solamente algunos de los países miembros de la Organización de las Naciones Unidas reconocen su existencia como tal.
Actualmente la ONU considera a Palestina una entidad no estatal con calidad de observador, porque a pesar de que tiene instituciones estatales estas se encuentran en situación de ocupación y no tienen control absoluto del territorio: su derecho a la autodeterminación se ve truncado por la falta de soberanía en zonas como Gaza y Cisjordania.
Diez aspectos fundamentales de la cultura palestina
Palestina una vez más está en boca de millones de personas, pero muy pocas se toman el trabajo de conocer sus raíces, su historia, su cultura e identidad. Muchos son los que se abalanzan a emitir opiniones para nada gratuitas, que traen consigo una carga peyorativa útil a la deshumanización del pueblo palestino, volviéndolo un sujeto exterminable ante los ojos de occidente. Muchas de esas opiniones no tienen mayor respaldo histórico que videos de 7 minutos de youtubers que ni siquiera conocen la palabra Nakba, y que basan sus relatos en la antigua mitología hebrea, o peor aún, en la prensa prosionista que aplasta el dedo de cualquier periodista que ose emplear la palabra ocupación o resistencia en un titular.
En esta nota les compartiré aspectos de la cultura palestina: algunos con raíces milenarias, otros centenarios, como así también aspectos que nacieron pos-ocupación británica.
Lo primero que hay que entender de Palestina es que su pueblo es multiétnico, multicultural y multirreligioso. Está ubicada en la unión entre África y Asia, y es el camino terrestre que conecta África con Europa. Estando al margen oriental del Mediterráneo, es la puerta marítima de entrada a Asia, junto a Líbano y Siria. Es por esto que a lo largo de los últimos 11.000 años, y de manera ininterrumpida, por allí han pasado y se han establecido decenas de pueblos, tribus y gobiernos que han dejado huellas que aún continúan vivas en el legado cultural palestino.
1. El Tatriz: un legado cananeo
Los primeros moradores de Palestina fueron los Cananeos, que fundaron ciudades milenarias como Jerusalén (Al-Quds القُدس) hace aproximadamente 6.000 años, o la ciudad de Jericó (Arija أرِيحَاِ) hace 11.000 años, lo cual la convierte en la ciudad habitada más antigua del mundo. La herencia de los cananeos es fundamental en la cultura palestina. Parte de su legado puede encontrarse en el arte del Tatriz: una tipo de bordado artesanal decorativo hecho con hilo y aguja, con el cual las mujeres palestinas decoran sus vestidos (Tob/Zub ثُوب), carteras, y demás accesorios textiles. Estos bordados relatan historias de sus pueblos, a través de distintos motivos característicos de cada ciudad que se han transmitido de generación en generación siendo testigos de los miles de años de relación entre las mujeres, su pueblo y su tierra. Desde el año 2021, este arte tan representativo del Folklore palestino, ha sido declarado patrimonio inmaterial de la Humanidad de la Unesco.
2. El Olivo
Otro de los testigos milenarios de la evolución y resiliencia del pueblo palestino es el Olivo. Este emblemático árbol, tan representativo de las culturas mediterráneas, es fundamental en la vida del pueblo palestino. Juega un rol central tanto en su deliciosa gastronomía, como en su desarrollo económico.
Las plantaciones de Olivo son una de las principales fuentes de producción palestina. Además de obtener de ellas aceitunas y aceite de altísima calidad, también se producen manufacturas como los prestigiosos jabones de Nablus donde a principios de siglo XX llegó a haber 30 fábricas, casi todas ellas extintas por las restricciones del Apartheid israelí que ocupó la región en 1967 tras la guerra de la Naksa (النكسة). Las que no se vieron ahogadas por esas restricciones, fueron destruidas en ataques de las Fuerzas de Ocupación Israelíes (FOI).
Cerca de Nablus, en la Ciudad de Belén, y Bait Sahur, son mundialmente famosas las artesanías en madera de Olivo, la mayoría de ellas con motivos cristianos (rosarios, crucifijos, pesebres, entre otros) en honor al palestino más famoso del mundo nacido en dicha ciudad: Jesús. Esta es otra industria también golpeada por el Régimen de Ocupación Sionista (ROS), sobre todo después de la construcción del Muro de Apartheid que divide la Ribera Occidental en Bantustanes, prohibiendo el libre tránsito de los nativos y entorpeciendo el acceso de los turistas, principales clientes de las mismas.
El Olivo hace también al paisaje natural del país, su ecosistema, y su vida cotidiana, es por eso que se lo menciona en la música, la poesía, se lo representa en las artes plásticas y hasta forma parte del logo de la Universidad de Birzeit y del escudo de la Federación de Fútbol Palestino. Sus ramas no sólo son símbolo de paz, sino también son usadas en el Domingo de Ramos que conmemora la entrada triunfal de Jesús a Al Quds. Incluso las hojas del Olivo están grabadas en la trama de la emblemática Kufía palestina.
La relación entre el pueblo palestino y los árboles de Olivo están tan arraigadas entre si como ambos lo están también a su tierra. Por eso entre 1967 y el año 2000, el ROS taló 800.000 olivos tan solo en la Ribera Occidental, mientras que desde 1948, talaron 2.000.000 de olivos en toda Palestina. Esto constituye una de sus tácticas para cortar la relación del pueblo palestino con su tierra, aunque también lo hace confiscando tierras, robando el agua de los cultivos, separando a través del muro y postas militares a los agricultores de sus tierras, o simplemente disparando y hostigando a los campesinos en la temporada de cosecha de aceituna.
A pesar de la campaña genocida y ecocida del ROS, se estima que aún hay más de 11.000.000 de árboles de Olivo, muchos centenarios y otros milenarios. El más famoso de ellos es “Al Badawi” un árbol que vive en la aldea Al-Walaja الوَلَجَة en las cercanías de la capital palestina Jerusalén, y que se estima de 5.000 años. Este es el segundo olivo más antiguo del mundo (los primeros son “Las Hermanas” (الأخوات) ubicados en el Líbano). Este sabio testigo del paso de la espada vio caer decenas de imperios, y pronto verá la caída de uno nuevo.
3. Las tradiciones Abrahámicas
Esta tierra fue escenario de importantes hitos para las 3 cosmovisiones abrahámicas relatadas en la Torá, el Evangelio y el Corán. Entre ellos, el paso de Ibrahim por estas tierras donde fue recibido por el Rey Cananeo Malki Sedeq; la llegada y establecimiento de los antiguos Hebreos y Filisteos, ambos ancestros de los actuales palestinos; y el nacimiento del cristianismo, que a pesar de la persecución por 3 siglos del imperio romano, no logró impedir que las poblaciones de Canaán lo adoptaran (a excepción de los Samaritanos) abandonando el judaísmo o el politeísmo.
Hacer un listado de todos los hitos y mitos de Tierra Santa convertiría a esta nota en un poderoso somnífero, y mi intención es todo lo contrario: quiero que quienes lean esta nota despierten y no se dejen engañar por el relato sionista que niega la relación de los palestinos con los antiguos cananeos, filisteos e israelitas, a la vez que fuerza una relación hereditaria inexistente entre estos últimos y los judíos askenazis que fraguaron el proyecto colonial sionista desde Europa.
Al día de hoy, la religión que prima en Palestina es el Islam, que trajo consigo nuevos ritos a la tradición Abrahámica como el ayuno de Ramadán durante el noveno mes del calendario islámico, la Fiesta del Sacrificio del Cordero, y la Fiesta del Desayuno, que se convirtieron en las festividades locales más importantes, además de consagrar al viernes como un día adoración colectiva a Dios. Sin embargo no debe confundirse al pueblo palestino como monorreligioso, ya que también están los drusos, los samaritanos de Nablus (verdaderos descendientes de los israelitas) con su celebración del Pesaj en el Monte Gerizim جبل جرزيم, y cuyas liturgias son en Arameo Samaritano. Además están los judíos jaredíes, férreos opositores al sionismo, que llegaron a Palestina desde Lituana a principios de 1800, y por supuesto, son de crucial importancia las milenarias comunidades cristianas, como la ortodoxa griega y armenia en Jerusalén con sus celebraciones pascuales y Navidad en Belén. Todos ellos forman parte del pueblo palestino y sus diversas festividades enriquecen su legado cultural.
4. La importancia de Jerusalén y Belén
Tal como expresa la célebre canción de Fairuz, “Zahrat al- Madá-in” زَهرَة المَدَائِن (Flor de las ciudades), Jerusalén y Belén son centrales en la cultura palestina por ser escenarios de hitos como el nacimiento de Jesús en Belén, el milagro de la concepción de la Virgen María (relatados tanto en el evangelio como en el Corán). Allí se ubica la Iglesia de la Natividad que en varias ocasiones ha sido vandalizada por colonos sionistas.
Párrafo aparte para Jerusalén, donde ocurrió el Reinado de Suleiman (profeta para musulmanes, cristianos y judíos), la construcción del templo en la Ciudad Santa y la expulsión a latigazos de los mercaderes del templo a manos de Jesús. También se erige allí la Iglesia del Santo Sepulcro, construida donde según la tradición cristiana Jesús permaneció 3 días antes de resucitar.
Para la tradición islámica, la explanada de mezquitas de Al-Aqsa también tiene un rol fundamental por 3 grandes motivos: fue la primera de las 2 Quiblas, o sea la dirección hacia la cual lo musulmanes debían dirigir sus rezos antes de orientarse hacia La Mecca; allí además se erigió la Mezquita de Al Aqsa, que es la 3ra Mezquita más importante de todo el mundo; y también porque desde el Muro del Buraq (el cual occidente llama Muro de los Lamentos) según la tradición Islámica es el lugar desde el cual el Profeta ascendió a los cielos, luego de dirigir un rezo junto a todos los profetas anteriores en la noche del “isra wal mi3raj” الإِسرَاء والمِعرَاج, en el lugar donde posteriormente se construyó El Domo de la Roca قُبَّة الصَخرَة.
5. La identidad árabe
La llegada del Islam de la mano de los árabes, no solo trajo una masiva conversión de judíos y cristianos, también trajo lo que hoy es uno de los aspectos que más definen al pueblo palestino: el idioma árabe. El árabe es uno de los 5 idiomas más hablados del mundo y pertenece a la familia de lenguas semíticas, como el arameo y el extinto hebreo antiguo (que hace más de 2000 años hablaban los israelitas y que no debe confundirse con el hebreo moderno, inventado por el colono sionista bielorruso Eliezer Ben Yehuda a fines del siglo XIX).
Este idioma, traído por los árabes del Hiyaz en el siglo VII d.C., marcó un antes y un después, ya que nadie lo logró desarraigar a pesar de los distintos reinos que en los siglos posteriores dominaron temporalmente la zona. El árabe es el único idioma oficial del Estado de Palestina, lo cual lo une a más de otros 20 Estados del Mundo Árabe que se extienden por el Norte de África, el Levante y el Golfo Árabe, y la rama de dialecto levantino es el que se habla en toda Palestina (también en Jordania, Líbano y Siria). Todas sus expresiones culturales, tanto en las ciudades, campos y desiertos, se manifiestan desde hace más de 1300 años en este idioma que ha ido evolucionando con los siglos hasta llegar al Árabe Moderno Estándar, fruto de la Nahda (el renacimiento).
Palestina se define como un pueblo árabe, no por una estricta cuestión sanguínea (ya que como hemos aclarado, el pueblo palestino es multiétnico), sino por la lengua que da cohesión a su pueblo sin importar su etnia originaria o religión (tanto drusos, samaritanos, cristianos ortodoxos y musulmanes, tienen como lengua materna el árabe).
6. Poesía y literatura
La literatura y poesía de resistencia es central en la sociedad e identidad palestina, y es una de las más destacadas en el mundo árabe. Sus escritores tienen prestigio mundial. Entre ellos podemos mencionar a Mahmoud Darwish, el poeta nacional palestino y el más famoso de los poetas árabes. Darwish llenaba estadios de fútbol enteros con sus recitales de poesía y fue, ni más ni menos, quien redactó la Declaración de la Independencia desde el exilio en 1988. El día de su nacimiento, 13 de marzo, fue declarado Día de la Cultura y es un feriado nacional.
El fenómeno social de Darwish solo podría ser comparado con el de Diego Maradona, a quien Mahmoud Darwish le dedicó una obra en 1986: “No encontrarán sangre en sus venas, sino combustibles para cohetes”.
Otro célebre escritor fue Ghassan Kanafani, cofundador del Frente Popular para la Liberación Palestina (FPLP) y fundador del diario Al-Hadaf. Es el autor de novelas como “Hombres al Sol”, “Retorno a Haifa”, “Um Sa3ad”, y de obras de teatro, cuentos y ensayos.
Tanto Darwish como Kanafani fueron expulsados de sus hogares durante la Nakba cuando eran tan solo niños. Ghassan Kanafani vivió desde sus 12 años en el exilio entre Siria y Líbano y a los 36 años fue asesinado en un atentado del Mossad junto a su sobrina Lamís de solo 12 años.
Otros autores muy importantes son Ibrahim y Fadwa Tuqán, pertenecientes a una familia aristocrática de Nablus. Ibrahim Tuqán fue autor del himno “Mautiny” (Mi patria), hoy, himno nacional iraquí, y de poesías como “Mi corazón es de mi patria”. Fue uno de los más reconocidos literatos árabes de su época y promotor del nacionalismo independentista árabe. Falleció en 1941, también a los 36 años, pero no sin dejar una huella inmensa en el corazón del pueblo árabe y en especial de su pequeña hermana Fadwa, a quien sirvió de maestro e introdujo el amor por la poesía. Ella le dedicó su primera obra: “A mi hermano Ibrahim”.
Luego de la Naksa en 1967, la poesía de Fadwa Tuqán tuvo un vuelco hacia la Resistencia con obras como “El Comando y la Tierra”. Las aguerridas poesías de Fadwa pueden encontrarse fácilmente en español, como “Canto a los mártires de la Intifada”, “La libertad del pueblo”, o “me basta permanecer en su seno”, dedicada a la tierra palestina.
Por el lado de Gaza, nacido en el barrio Shuya3ía حي الشُّجَاعِيََة, se destaca un autor poco traducido al español: Muín Basisu. Es el autor de decenas de obras poéticas como “La batalla”, “Palestina en el corazón” o “Tres muros para la sala de tortura”, como también de prosas, dramas de televisión y obras de teatro como la que dedicó al emblemático revolucionario internacionalista Ernesto Che Guevara, “La tragedia de Guevara” مَاسأة جِيفَارا. Basisu fue, al igual que todos los poetas mencionados, un aguerrido militante por la libertad de su pueblo. Fue considerado poeta nacional palestino, al igual que Ibrahím Tuqán y Mahmud Darwish.
Otros dos importantísimos poetas y militantes para la lucha palestina fueron Tawfiq Zaiad y Samíh AlQásim, ambos pertenecían a pueblos usurpados por el ROS en la Nakba, pero a ninguno de ellos los pudieron expulsar de sus hogares. Zaiad, oriundo de An-Nasira النَّاصِرَة (Nazaret), es autor de célebres obras y poesías. Muchas de ellas se volvieron canciones, como Unadikum (Los convoco), adaptada por el gran cantante libanés Ahmad Kaabour (otro gran referente de la resistencia cultural palestina y levantina).
Otra de sus poesías convertidas en música fueron “Oh pueblo mío” ياشَعبِي, musicalizada por Firqa Al-3ashiqin فِرقَة العَاشِقِين (Los Enamorados), un importantísimo grupo fundado en 1977 por la diáspora en Damasco que puso música a decenas de poesías de los más grandes autores palestinos, y dedicaron obras a acontecimientos históricos como el Martes Rojo y la Rebelión del Buraq, o a la memoria del líder Essedin Al-Qasam.
Volviendo a Tawfiq Zaiad fue uno de los que lideró las manifestaciones de 1976 y que dieron origen al Día de la Tierra Palestina el 30 de Marzo, un feriado nacional que se conmemora todos los 30 de marzo, y que inspiró en 2018 a la Gran Marcha del Retorno en el campo de concentración y exterminio de la Franja de Gaza. Entre sus estrofas escribió: “Con mis dientes, protegeré cada pulgada del suelo de mi patria, aún si soy colgado de las arterias de mis arterias, yo permaneceré”.
Por su parte, el legado de Samih Al-Qasim no se queda atrás. De familia Drusa, fue convocado para ser parte de las FOI y se negó rotundamente. Fue escritor, poeta y militante comunista (como Darwish, Zaiad, Basisu y Kanafani). Escribió más de 70 obras poéticas, prosas, cuentos, documentos, obras teatrales. Fue uno de los grandes referentes de la poesía de resistencia, muchas de sus poesías también se volvieron canciones del folklore palestino, como “Muntasib al-Qamati Amshi” مُنتَصِب القَامَة أمشِي (erguido camino) del gran músico libanés Marcel Jalife (quien además ha musicalizado varias poesías de Darwish).
La Nakba y la Naksa marcaron un antes y un después en la historia palestina y levantina y es un tema recurrente en las obras poéticas, con conceptos cruciales para entender al ser palestino: el exilio, el despojo, el anhelo del retorno, la añoranza, los olivos, las palmeras, la ocupación, el cinismo occidental, el martirio, la prisión, la tortura de los sionistas, la resistencia, el Fidái, la lucha armada, la resiliencia, la permanencia, el amor a la tierra, a la vida, a los ancestros, la libertad, la patria, por mencionar algunos.
7. La pertenencia Levantina
Dentro del amplio y diverso mundo árabe, Palestina pertenece a una región más específica con la cual comparte una idiosincrasia común: Bilad ash-Sham (conocido como Levante o Sham), compuesta por Palestina, Líbano, Siria, Jordania y parte de Irak, que durante siglos constituyeron juntas una provincia del imperio Otomano hasta que fueron ocupados y divididos por Francia y el Reino Unido luego de la 1ra Guerra Mundial mediante el infame tratado Sykes-Picot.
Por estos motivos, durante la primera mitad el siglo XX compartieron importantes campos de batalla: primero contra el imperio Otomano, luego contra franceses e ingleses y finalmente contra el proyecto expansionista y colonial sionista.
Al día de hoy, a pesar de ser Estados separados, los países del Sham, comparten el mismo dialecto, costumbres, gastronomía, folklore, música y danzas. Muchos de estos factores son cruciales para la identidad palestina y como parte del proceso de aculturación y apropiación que impone el ROS, se ven amenazados continuamente como veremos a continuación.
8. La batalla del Hummus
El hummus, el falafel, waraka inab (hojas de parra), malfuf, tabule, fatay, sfihas, baba ganoush, emtabbal, labne, el zatar, el pan, el mamul, el knafe, todos ellos son platos y postres típicos de la cocina levantina.
En el caso particular de Palestina, tiene además como plato nacional el Maqlube o Malube مَقلُوبَة, una comida que se sirve en las fiestas, iftares, bodas, y celebraciones como la liberación de algún prisionero.
Es importante recalcar que son platos de la región y no de la religión ya que el ROS, como parte de la campaña para intentar justificar su supuesto vínculo ancestral hereditario de los actuales sionistas con esas tierras, invierte importantes sumas de dinero en decirle al mundo que estas son comidas tradicionales “judías”. Una mentira con patas muy cortas que se cae si a cualquier judío azhkenazí como al bielorruso James Weizmann, primer presidente del ROS, o al húngaro Teodoro Herzl padre del sionismo, o a la ucraniana Golda Meier se les preguntara: ¿qué condimento le ponía tu abuela al Hummus o al Baba Ganush?
9. El Dabke
El Dabke es un estilo musical y danza folklórica de los países del Levante que se baila tomados de las manos o los hombros. Debido a las olas migratorias y la diáspora, el Dabke ahora no sólo se baila en la región sino en todo el mundo, particularmente en América Latina.
Además de ser alegre, vistoso y un rito de hermandad, también constituye hoy una de las poderosas armas de la resistencia cultural palestina, tanto de los que permanecen en Palestina, como de quienes se encuentran en el exilio, o de las diásporas prenakba. Existen ballets como el Funoun الفنون الشعبية الفلسطينية que tiene más de 40 años resistiendo a la ocupación.
Esta Danza se baila en bodas, fiestas, e incluso en manifestaciones. Existe la versión social y también la más artística que se presenta en teatros y espectáculos de altísima calidad.
Canciones populares antiguas como “Ia Zarif Attul” يَا زَرِيف الطُّول, o más recientes como “Dami Falastini” de Muhammad Assaf, “Falastin Taj 3a ras” de Muhannad Khalaf y Maher Halabi, y “Dabke System” de 47SOUL, entre otras, son bailadas por las diásporas palestinas, sirias y libanesas en todo el mundo. Acompañados por personas de todo el mundo que honran la causa palestina, con cada pisada del wahdunnus (paso de Dabke que significa uno y medio) se acercan un paso más en el retorno a Palestina.
10. La Kufía símbolo de Resistencia
Existen muchos símbolos que representan la justa causa independentista y de restitución del derecho robado al pueblo palestino: la llave representa el Derecho al Retorno, el Hándala representa el despojo al que se vieron y se ven sometidos millones de palestinos, la bandera nacional con sus colores representa el ideal del panarabismo, la sandía responde a la prohibición del uso de esa misma bandera por el ROS… Pero hay un símbolo que ha conquistado el mundo y se trata de la Kufía (Kufiya o hatta), una prenda tradicional que desde siglos usaban los árabes.
La kufía tomó una dimensión política al estallar en 1936 La Gran Revolución Palestina الثَّورَة الفَلَسطِينِيَّة الكُبرَى. Los primeros en sublevarse contra la ocupación británica fueron los campesinos que aprovechaban sus kufías para ocultar su identidad de los militares ocupantes. Sin embargo, la kufía los delataba en los combates dentro de las ciudades, porque allí no era habitual su uso. Cuando el Mandato Británico prohibió el uso de la kufía, la respuesta del alto mando de la Revolución, fue que todos los hombres, tanto del campo como de la ciudad la usaran, para que los combatientes pudieran estar camuflados.
La kufía se convirtió así en un ícono de resistencia contra el colonialismo, el racismo y el imperialismo, que acompañó los distintos esfuerzos de liberación del pueblo palestino, incluyendo la Nakba, las Intifadas y las incursiones de la resistencia en Palestina ocupada. Aún al día de hoy siguen circulando emblemáticas fotos como la de Leila Jaled posando con la Kufía y su fusil, o el video del primer discurso de Yasser Arafat en Naciones Unidas en 1974 entrando con su Kufía a dar un discurso de los más brillantes del siglo XX.
Personalidades como Fidel Castro, Nelson Mandela, Diego Maradona, Roger Waters, entre otros, han vestido esta prenda, que lejos de ser un pañuelo, es en las cabezas de los palestinos un grito de justicia y libertad, en los hombros de sus diásporas un juramento de honor, y la evidencia del fracaso de los sionistas como Ben Gurion que erróneamente afirmaron “los viejos morirán y los jóvenes olvidarán”.
La kufía es además, en los cuellos de millones de personas a lo largo y ancho del mundo, uno de los emblemas más representativos de la solidaridad internacional y del intenso amor que el heroico pueblo palestino supo despertar en los corazones de los pueblos del mundo.
Por Agustín Dib
Imagen: Bordados de Maru Chinitas