miércoles, 30 de septiembre de 2020

Mascarillas para sordos transparentes no eliminan las barreras


Decálogo para mejorar la enseñanza online

Un decálogo para mejorar la enseñanza en línea

Doce profesores especializados en la educación digital publican un libro que repasa estrategias, herramientas y otras claves para conseguir que el aprendizaje a distancia sea un éxito

Una adolescente participa en actividades colaborativas por Internet.
Una adolescente participa en actividades colaborativas por Internet. ANNIE SPRATT

El incierto retorno a clase en medio de la pandemia revela que, aun manteniéndose en unos niveles relativamente bajos, la crisis sanitaria afecta cada vez a un mayor número de aulas en España. Esta semana había 2.852 grupos escolares en cuarentena, de un total de 386.214, o lo que es lo mismo, un 0,73 % del total. Pero con más de 10.000 nuevos positivos diarios de coronavirus en todo el país, parece seguro asumir que, en este nuevo curso, la presencialidad no será siempre posible, lo que obliga a los equipos docentes a estar permanentemente preparados ante una posible cuarentena que mande a sus alumnos a casa. Para ayudar en esta empresa, la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) ha editado el Decálogo para la mejora de la docencia online. Propuestas para educar en contextos presenciales discontinuos, un libro gratuito que ha puesto a disposición de la comunidad educativa.

¿Estamos ahora mejor preparados para la enseñanza online de lo que estábamos hace unos meses? En marzo pasado, los docentes tuvieron que migrar a un entorno virtual de un día para otro sin que, en muchos casos, dispusieran de la formación o los recursos necesarios. Una muestra de ello es que más de 9.000 profesores de 47 países siguieron, durante los meses de abril, mayo y junio una propuesta formativa de emergencia del profesorado de la UOC para acompañar a los educadores en su transición forzada a la enseñanza no presencial.

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La adaptación, por tanto, fue muy dispar. Aquellos más preparados sufrieron menos, pero también hubo centros donde la situación se afrontó encadenando una videoconferencia tras otra, y replicando en línea las mismas prácticas que venían aplicando en la enseñanza presencial; una práctica que, según los expertos en educación digital, dista mucho de ser idónea, por un sencillo motivo: un contexto tan diferente exige también nuevas formas de dar clase, nuevas estrategias, otras herramientas y nuevas formas de dinamizar, implicar y motivar a los estudiantes, todos ellos aspectos tratados en el libro publicado recientemente por la UOC.

Lo primero, diseñar bien el curso

Para superar ese distanciamiento social, “lo primero que hay que hacer es diseñar bien el curso, elaborar actividades en las que los estudiantes puedan participar y generar interacciones entre ellos”, explica Albert Sangrà, catedrático de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación en la UOC y coordinador de esta iniciativa editorial. Si las clases virtuales no proveen a los alumnos de oportunidades para trabajar en equipo, afirma, no es porque el contexto online tenga esas limitaciones, sino porque el curso está mal diseñado. Y a la hora de diseñar una programación, anima a los docentes a hacerlo con los objetivos que tiene el curso en mente: una vez que sabemos los conocimientos y competencias que queremos que los alumnos desarrollen, será posible identificar las acciones, actividades y herramientas que nos ayudarán en ese proceso.

Otro aspecto que destaca es el social: las relaciones han de ser fluidas entre los propios estudiantes y entre ellos y el docente, que a su vez ha de proporcionar un feedback constante que ayude a los alumnos a entender cómo es su progreso y el motivo de sus equivocaciones. “De esta manera, consigo que el alumno asuma por qué lo ha hecho mal, y que entienda más y mejor aquello que, en un principio, no había captado adecuadamente. En la formación en línea, a veces te encuentras con pruebas de tipo quiz que te marcan las respuestas que has dado mal, pero no te explican el porqué”, añade Sangrà. “Ahora bien, es recomendable hacerlo segmentando a los alumnos en grupos más pequeños, para no perder la capacidad de interactuar. En lugar de hacer sesiones maratonianas con toda la clase, tomo a cuatro o cinco, y hablo con ellos, y luego a otros cuatro o cinco más. Y entre tanto, tienen actividades para desarrollar”.

Se trata, en definitiva, de superar el distanciamiento social gracias a una serie de herramientas digitales que permiten a alumnos y profesores seguir trabajando conjuntamente. “Recomendamos, por ejemplo, que una videoconferencia no tenga nunca una duración superior a los 30 minutos. Y que sirva para aclarar dudas y conceptos; para iniciar temas y que los alumnos se puedan animar a participar”. Una metodología que se adapta muy bien a las llamadas aulas invertidas, como las que ya practican los docentes edutubers, y que facilita una mayor flexibilidad en el desarrollo de las clases. No es necesario ajustarse a un horario estricto, “sino que puede flexibilizarse en cierta manera cuándo trabajamos, cuándo leemos o estudiamos... de forma que hagamos crecer la capacidad de autonomía de los alumnos, menos desarrollada con respecto a lo que podría estar”, esgrime el experto.

Para Sangrà, se trata de un elemento fundamental, porque, “en el fondo, lo que hay detrás de esto es la competencia de aprender a aprender. Si lo vas trabajando desde pequeño, estás capacitando a los alumnos a desarrollarse de mejor manera incluso ante situaciones como la que estamos viviendo en estos momentos”. Una labor que, de la mano de los docentes, se complementa con el desarrollo de una actitud crítica con respecto a la tecnología, para que sepan cuándo es bueno utilizarla y cuándo no, y que aprendan a ser mejores personas desde un punto de vista ético: no solamente por el uso de la misma, en lo relacionado con la privacidad de terceras personas, por ejemplo, sino también por su interpretación. “Aquí entraría todo lo relacionado con las fake news, de manera que comprendan que el simple hecho de que una información esté en Internet no garantiza en modo alguno su veracidad; y que es imprescindible poder distinguir si las fuentes son o no son creíbles”.

Nuevas actividades y herramientas

Un aspecto es innegable: ya sea completamente online, semipresencial o con una presencialidad bañada por un alto grado de incertidumbre, estamos en un contexto distinto al habitual, y todo funciona, se ve y se percibe de manera diferente. Ello lleva necesariamente a que, para mantener implicado al alumno, sea imprescindible echar mano de actividades que sean motivadoras y atractivas, y que los alumnos comprendan por qué hacen eso y qué conseguirán con ello. Estas son algunas de las actividades sugeridas por el grupo de expertos de la UOC:

  • Actividades de análisis y síntesis, normalmente individuales (mapas conceptuales, esquemas, infografías...).
  • Actividades de investigación o resolución de problemas, ya sea de forma individual o en grupos pequeños, como estudios de caso, proyectos o trabajos de campo.
  • Actividades de interacción y comunicación, en las que el docente debe estar atento para animar al estudiante a expresarse, debatir y discutir ideas preconcebidas (debates virtuales, encuestas de grupo seguidas de una discusión, etcétera). Unas tareas que, además, pueden desarrollarse de forma síncrona o asíncrona.
  • Actividades de construcción colaborativa de conocimiento, resolviendo situaciones del mundo real que involucren una negociación y la elaboración colaborativa de soluciones.
  • Actividades de reflexión.

Además del tipo de actividades, el decálogo de la UOC se hace eco de numerosas herramientas del entorno virtual que están a disposición de docentes y estudiantes, desde buscadores específicos como Google Académico, Pixabay (para imágenes) o CC Search (para contenido bajo licencias Creative Commons), a herramientas de comunicación social, ya sea a través de servicios de mensajería instantánea (como WhatsApp, Hangouts o Discord), videoconferencia (Zoom, Jitsi Meet, Skype, Open Meetings), redes sociales o blogs, pasando por herramientas para la creación de contenido, como editores de imagen o vídeo, capturadores de pantalla, creación de comics, podcasts o páginas web, presentaciones multimedia o infografías. Todo un inmenso abanico de posibilidades.

Nuevas formas de evaluar y nuevas estrategias

Uno de los elementos clave en este tipo de contexto es la forma de evaluación. Como explican los autores de Decálogo para la mejora de la docencia online, lo ideal en un entorno de estas características es diversificarla al máximo: que, en lugar de un solo examen final, la evaluación sea continua; que sirva para que el propio estudiante identifique sus puntos débiles y pueda mejorarlos; y que haya múltiples canales de evaluación (pruebas objetivas sencillas, trabajos, actividades en grupo…). “Hay alumnos a los que el sistema de quizzes no les va bien, porque les exige sobre todo memorización, para poder responder correctamente, y no evalúa, por ejemplo, todo el proceso para resolver un problema”, reflexiona Sangrà. “Esa diversidad ayuda a aplicar una evaluación más justa y más equitativa, porque tenemos menos riesgo de equivocarnos”.

Para el grupo de expertos de la UOC, un contexto de enseñanza virtual, semipresencial o presencial discontinuo, como el que tendremos este curso, obliga a tener muy en cuenta algunas estrategias. En primer lugar, facilitarles la organización: que tengan claro cuándo empieza una materia o una actividad; qué es lo que tienen que hacer y de qué forma van a ser evaluados: “Una información que tenemos que ir gestionando de tal manera que les llegue adecuadamente, en tiempo y forma; que ellos puedan sentirse tranquilos sobre si están haciendo lo que deben hacer, y como se espera que lo hagan. Que sientan que están participando en unos objetivos comunes e importantes para ellos, y que siempre hay, al otro lado, una persona que está preocupándose por ellos”, explica Sangrà. “Es un aspecto muy importante relacionado con el estrés emocional, y que ha sido motivo recurrente de conversación durante los meses de confinamiento”.

En segundo lugar, añade el catedrático, es necesario darles pautas y orientaciones, pero siempre dejando margen a la flexibilidad; y, finalmente, destaca la presencia del docente, incluso ante su ausencia. “Muchos docentes hemos creído, durante este periodo, que la única forma de estar presentes es que vean nuestra imagen a través de la pantalla. Pero en los entornos virtuales, nosotros podemos estar conectados aunque no estemos físicamente interactuando en un determinado momento: estamos presentes si, cuando alguien manda un mensaje, respondemos; estamos presentes si, cuando nos preguntan directamente, damos una respuesta en un periodo corto de tiempo; estamos presentes cuando, en un debate en un foro, participamos para reorientar la conversación y el estudiante se da cuenta de que estamos ahí”. Los entornos virtuales permiten crear comunidades de aprendizaje virtuales en las que los profesores son una presencia más, eso sí, muy importante, porque para ellos sigue siendo el referente.

“Por otro lado, tenemos que ayudar a las madres y a los padres a que entiendan que el que en un momento no se vea al profesor en una pantalla no significa que no esté haciendo su trabajo, sino que lo hace con mayor flexibilidad, tanto para él como para los alumnos”, argumenta Sangrà. Es decir, que puede estar ocupándose en esos momentos de unos estudiantes que tienen una mayor dificultad, por ejemplo, mientras que otros están avanzando porque ya han entendido muy bien lo que tienen que hacer. En definitiva –resume–, se trata de diseñar programaciones que contemplen la formación en los dos entornos, el presencial y el virtual, y de establecer los vínculos que permitan enlazar las actividades realizadas en ambos para que presencialidad y virtualidad se liguen de una forma fluida. “Si los estudiantes no pueden asistir a los centros educativos, convendrá que los centros vayan a ellos”.

PANDEMIA EN EL SÄHARA

 

Refugiados saharauis en confinamiento por COVID-19 se ven afectados por una epidemia ganadera

Los refugiados del Sahara Occidental que viven en los campamentos de la provincia argelina de Tindouf perdieron sus animales por una epidemia ganadera, al tiempo que las restricciones para contener el coronavirus han eliminado otras fuentes de ingresos.


Madrid, 07 Septiembre de 2020. -(ECSAHARAUI)

ACNUR/ONU


Campamentos saharauis | Saauti


Tomando un descanso de sus labores diarias, Mariem Mohamed Boujemaa, una refugiada saharaui de 69 años que vive en el campamento de Boujdour, en la provincia de Tindouf, en Argelia, a menudo se detenía para ver a sus jóvenes nietos jugar entre las ovejas y cabras de la familia en su polvoriento recinto, cercado por alambre, sintiendo una profunda conexión con su propio pasado.

https://www.ecsaharaui.com/2020/09/refugiados-saharauis-en-confinamiento.html

Cocina y política saharaui


ESPAÑOL siguiendo el modelo cubano en los campamentso saharauis en Argelia

Canales para aprender español

 

lunes, 28 de septiembre de 2020

Felicidades HANZADA

 Nuestra querida Hanzada Alzouri  ha recibido una mención especial por su relato "Una noche rara" que escribió en el HUCA. 

Orgullosa me siento de haberle enseñado español. Y la tristeza me colma cuando leo sus palabras, ese sueño de ir vestida de rojo, y recordarla con su vestido rojo y su maquillaje en la séptima planta antes de irse a casa con su pez, Manolito. Ya están los dos en el Paraíso. ¡ Descansa en paz, mi niña!.





Hanzada y sus preguntas, su ternura, su radiante sonrisa al ver el sol por la mañana y decir soy feliz porque hoy hay sol. Su serenidad al decirme: - Mamá me cuida muy bien,  mucho. Duerme poco, esta noche desperté y la dejé dormir, Me levanté y fui sola al baño y encendí la tele bajito. Ella tiene que dormir. -  Sus preguntas: - Me van a operar mañana, ¿Qué es eso? Explícame profe-  
- ¿Cuándo me llevas al mar? 
Ella es un ejemplo de lucha por vivir, por seguir disfrutando del presente, del hoy.  


jueves, 17 de septiembre de 2020

lengua amazigh

 

Tatujes amazigh

Conversamos con la realizadora de documentales tunecina Myriam Bou-Saha, que visitó Granada con motivo del Festival Cines del Sur, que se celebra del 3 al 10 de junio. La cineasta presentó su documental "Túnez, el arte del tatuaje amazigh" el 4 de junio en la Plaza Bib-Rambla.

En la entrevista, Myriam Bou-Saha(link is external) habla de las razones que le llevaron a grabar este documental en el país donde tiene sus orígenes, de los testimonios de mujeres que más le marcaron en su investigación de la tradición milenaria de los tatuajes, y nos cuenta el proceso de grabación desde su etapa previa de investigación hasta el rodaje en terreno. 

Para la directora de "Túnez, el arte del tatuaje amazigh", uno de los mayores logros de este documental es el haber visibilizado una tradición que forma parte de la esencia del pueblo tunecino, a través de sus mujeres.

La proyección de este documental se enmarca en las actividades de la Cátedra de Cultura Amazigh de la Fundación Euroárabe.

Puedes ver el tráiler del documental AQUÍ.  




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Hay regiones donde las mujeres aún se tatúan la cara, la barbilla, la frente, los pómulos, las manos, las piernas, el pubis; hacen de la sangre y la tinta un ritual íntimo.

Talismanes que hablan, que emiten avisos.

Líneas que envían al forastero un mensaje, pero el mensaje también puede ser para un ser querido:

«Si vienes a molestar, mi espíritu guardián te hará picadillo».

Nunca subestimes a una chica del desierto y menos a su espíritu protector.

Los Tatuajes De Protección A Las Mujeres Amazigh

Si viajas al Norte de Marruecos, en el olvidado Rif o te pierdes por las cabilas argelinas, podrás ver a estas mujeres.

Muchas de ellas ancianas ya, pero aún fuertes, risueñas.

Sentirás su mirada profunda, que te atraviesa, bajo sombreros de mimbre y pañuelos.

Aparecerán como una manada en las cercanías de las casas bajas de un solo piso, armadas con esas líneas matriarcales que adornan sus rostros.

Su mirada ha cruzado un siglo y aún es capaz de desafiarte.

Ojos desafiantes, ensalzados por esas marcas que recuerdan al sacrificio bereber, vestigio de un culto solar extinto que ha llegado hasta nuestros días.

Parecen las cicatrices de una batalla espiritual.

Si te fijas un poco más verás que las señas puntúan un triángulo o pirámide en el rostro ovalado de esta mujer hinchada de fuego.

No hay sumisión, fragilidad, entrega o rendición, no verás nada de eso.

Verás en sus ojos la historia de millones de mujeres que desde la Edad de Piedra han proyectado esa mirada de violentada sabiduría.

Veo guerreras que hoy son abuelas. Columnas maestras, que sostienen la historia del mundo.

El origen de estos tatuajes se perdió en los tiempos en que adorábamos el fuego celeste, antes de que los humanos convirtiéramos a Dios en una neurosis.

Estos tatuajes pertenecen a la cultura Amazigh, los pueblos preislámicos que habitan el Magreb y a otras tribus de Oriente Medio o el Sahel.

(El Sahel o Sáhel es la zona ecoclimática y biogeográfica de transición entre el desierto del Sáhara al norte y la sabana sudanesa al sur. Se extiende a través del norte del continente africano, entre el océano Atlántico y el mar Rojo)

Linaje de comerciantes, camelleros, campesinos, piratas y guerrilleros, gentes orgullosas que han sufrido, pero también han luchado.

Círculos, líneas y puntos, motivos florales, plantas, árboles o astros, lunas, soles, cometas, ruedas, esvásticas y cruces, son tributos de las agujas.

Así forjaban una cultura e identidad femenina que se está extinguiendo; sobrevive hoy estigmatizada, pieles de mujeres viejas, los últimos mapas de un mundo perdido.

El tatuaje constituía un rito de paso de la niñez a la edad adulta a pesar de que el Islam prohíbe el tatuaje, pero consiguieron esgrimir cierta justificación teológica basada en la solidaridad:

«Fátima, la hija del profeta, también había sido tatuada en la barbilla; si Fátima iba a ser “la primera en entrar al Paraíso” por qué no ellas».

Usando aguja, carbón y colorante vegetal, se acudía a la tatuadora, que era siempre mujer o las hacía de madres a hijas.

Además de un símbolo de belleza el tatuaje tenía más valor que una cadena de oro, fueron un talismán mágico que podía proteger la virginidad, escudar a la familia o ahuyentar a los malos espíritus.

Además podía obrar como conjuro medicinal para la artritis u otras dolencias.

Cada mujer escogía sus símbolos, celebrando así la conexión con la tierra o los distintos amores o hitos de una vida, bien vivida.

Los tatuajes eran un acceso y una ofrenda a su dios personal interno.

Iban creciendo con el tiempo, extendiéndose por el cuerpo.

Unas pinturas que creaban lazos de protección en una tierra en la que ser mujer es un oficio duro.

Tienes que ser fuerte, como la esfinge, capaz de aguantar los azotes del simún, el viento venenoso que en el desierto asfixia a los seres vivos.

(Un simún es un temporal fuerte, cálido y seco de viento y arena, que sopla en el Sahara, Palestina, Jordania, Siria y los desiertos de Arabia. Su temperatura puede sobrepasar los 54 °C, con una humedad por debajo del 10%)

De este modo los signos acabaron siendo un símbolo espiritual del poder femenino en estas comunidades históricas.

Los tatuajes en un contexto tribal son tanto comunicadores como medios de adorno.

Pueden entenderse en la capacidad de una expresión de sí mismo, un signo de pertenencia religiosa o aliviar los síntomas de enfermedades espirituales o físicas.

En todos los casos, los tatuajes para estas mujeres amazigh sirven como medio para retratar la identidad.

Dentro de los Amazigh (cultura bereber), las mujeres estaban históricamente tatuadas en la cara.

En tiempos anteriores a la llegada del Islam al norte de África, la práctica era generalizada.

Sin embargo, desde la llegada de la fe islámica, la creencia de que altera la creación de Allah, por lo tanto es haram (prohibido) ha llevado a la declinación casi completa de la práctica.

Para ceremonias y celebraciones importantes, la henna o el Harquus se usan a menudo para reemplazar el simbolismo significativo del tatuaje, pero de manera temporal.

Estos adornos temporales a menudo se limitan a las manos y los pies, por lo que el arte del tatuaje facial es un arte que desaparece.

Ubicación Del Tatuaje Talismán

La colocación de los tatuajes bereberes fue a menudo alrededor de aberturas en el cuerpo:

  • ojos,
  • nariz,
  • boca,
  • ombligo
  • vagina

o en superficies del cuerpo que pueden percibirse como vulnerables como los pies y las manos.

Se percibió que estas áreas del cuerpo requerían protección de los ‘Jnoun’ que son los malos espíritus, que pueden intentar entrar en su cuerpo y poseerla.

Muchos diseños de tatuajes eran de estilo y su colocación en el cuerpo era para ofrecer un tatuaje de protección contra el mal de ojo.

De hecho, el nombre de los tatuajes bereberes es «Jedwel», que significa talismán.

Los tatuajes para estas mujeres amazigh, serían relevantes para los ritos de paso y se agregarían en etapas clave de la vida.

Los Tatuajes De Protección Son:

El primero de los tatuajes faciales se llama ‘siyala’ y está en la barbilla.

Siyala a menudo toma la forma de un tatuaje simbólico de palmera que consiste en una línea recta simple desde la parte inferior del labio hasta la parte inferior de la barbilla.

Esta línea a veces estaría flanqueada por puntos que representan semillas.

El segundo tatuaje se llama ‘ghemaza’ y se coloca entre las cejas.

Este tatuaje cuando más tarde se extiende a la frente se conoce como ‘el – ayach’ que es el amuleto de la suerte.

Hay muchos elementos abstractos en los diseños y símbolos de los tatuajes bereberes, pero muchos otros se repiten.

Diseños Más Recurrentes Y Algunas De Sus Interpretaciones:

  • El árbol – que representa la fuerza.
  • Semillas – que representan la fertilidad.
  • Rana y araña – que representan la fertilidad y los ritos mágicos.
  • Serpientes – que representan el falo, la fertilidad y la curación.
  • Huesos de pescado – representando agua, prosperidad y fertilidad.
  • El lagarto – que representa el nacimiento y la luz.
  • Moscas y abejas – que representan la resistencia y la energía.
  • Formas de diamante – representando la protección del espacio personal.
  • Khamsa – representando la protección del mal de ojo.

Los Tatuajes como otras formas de adorno, son un lenguaje en sí mismos.

Un lenguaje tácito inmerso en creencias profundas y la necesidad de estar protegido contra amenazas percibidas invisibles.

La práctica del tatuaje tradicional amazigh / bereber de mujeres en todo el norte de África, era para absolutamente todas las mujeres.

Los amazigh o bereberes son los pueblos étnicamente originarios del norte de África y para las mujeres amazigh, los tatuajes de protección no eran tanto un adorno como un hábito profundamente sagrado, un rito de paso que todas las mujeres y niñas tenían que hacer.

Son un hechizo contra las fuerzas malignas que hay.

Era una manera de mostrar dónde pertenecían, de comunicarse, de representar.

Es una marca que representa la lucha de las mujeres, sus sentimientos, su identidad.

Los tatuajes bereberes son extremadamente simbólicos, cada uno de estos diseños tiene su interpretación, pero cada interpretación puede variar en las experiencias personales de cada persona, al igual que un tatuaje moderno.

Los tatuajes amazigh en algunos casos, no se limitan solo a las mujeres, de hecho, algunos hombres en ciertas tribus bereberes también tienen tatuajes.

Hay muchas otras representaciones de los tatuajes amazigh, pero lo cierto es que los tatuajes son algo tan espiritual, tan anclados en la historia del norte de África, que no puedo evitar sentirme increíblemente triste, triste de que sea una tradición moribunda.